Lidia sosteniendo la foto de su hijo Alberto, en el último acto de la Memoria al que asistió.

Lucas Feliziani Ávila, joven de Villa Carlos Paz, sobrino de un cordobés desaparecido durante la última dictadura militar iniciada el 24 de marzo de 1976 en Argentina, en el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia, recuerda su historia familiar marcada a fuego por aquel momento histórico.

Su tío Alberto Ávila, víctima del terrorismo de Estado, desapareció cuando tenía tan solo 22 años y era presidente del Centro de Estudiantes de la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional de Córdoba.

Alberto fue secuestrado un 3 de diciembre del mismo año, en una confusa situación. Desde aquel día, su familia lo perdió para siempre, aún no pudieron recuperarse sus restos.

Para recuperar la memoria de su tío y de la madre de Alberto, su abuela, Lidia Moreira, quien hoy padece de Alzheimer, Lucas escribió algunos relatos. La intención es que el transcurso de los años y el olvido, no puedan borrar lo vivido por su familia, que  además forma parte de uno de los capítulos más tristes de la historia de nuestro país.

Su abuela Lidia, entre susurros, sigue pronunciando el nombre de Alberto, uno de sus cinco hijos, el que desapareció y no pudo volver a ver nunca más.

En uno de sus escritos titulado Relato de sangre y tinta, Lucas expresa: “El nombre de Alberto Ávila había bailado en los labios arcaicos de mi abuela durante todo el día. El alzhéimer había despojado de toda coherencia los relatos de su mente, pero detecté en su voz una angustia añeja. -¿No volvió Albertito todavía? Entonces supe que estaba equivocado. La enfermedad no sólo había borrado la coherencia, había sumergido a la anciana en una suerte de atemporalidad”.

Alberto Ávila en el retrato, siempre vivo en la memoria de su familia.

En conversación con Carlos Paz Vivo!, Lucas Feliziani Ávila, entrenador físico de la ciudad, contó: “Escribo desde que tengo memoria. Esta fecha para mí por supuesto que tiene un peso importante, y me parece que es el nervio sensible de mi rama familiar materna. Tengo recuerdos de haber visto llorar a mi mamá cerca de estas fechas cuando le preguntaba por su hermano, yo tenía no más de cinco años pero ese recuerdo no se me borró jamás”.

Y continuó: “Es un día de memoria, la palabra lo dice; pero me parece, también  -y esto es opinión y posicionamiento personal- que es un recordatorio de cuán instalado está el ciclo de odio en nuestra sociedad: este vaivén de venganzas, de guerras, de matanzas, de condenar al que no está alienado a lo que yo creo. Por supuesto que no todas las opiniones son válidas para mí, el racismo no es válido, y el odio tampoco, eso es seguro”.

Alberto Ávila

Alberto Ávila era estudiante de la UNC  y desapareció siendo presidente del Centro de Estudiantes de la Facultad de Odontología.

“Lo capturaron en la vía pública el 3 de diciembre de 1976. Se trasladaba en un Fiat 600 rojo que encontraron abandonado un par de manzanas más adelante de donde ocurrió el secuestro. Desde entonces, hubo allanamientos en la casa de mis abuelos, mi abuelo fue detenido e interrogado, no de manera oficial, claro está”, recordó Lucas sobre la desaparición de su tío.

En otro relato de su autoría, “Revelaciones”, el joven cuenta:

“Su familia jamás supo su paradero. Los sucesos póstumos son confusos e imprecisos. Hallaron la vivienda de sus padres y su familia; abrieron fuego contra un individuo no identificado de sexo masculino que se acercaba caminando a la vivienda de Alberto en el barrio Rosedal Anexo, Córdoba Capital. Algunos días después, un amigo de su hermano mayor le ofreció contactarlo con un funcionario de los organismos represivos que podría poseer información sobre el paradero de su hermano menor; algunos días después, lo citó a un bar. -Lo reventaron a los tres días de haberlo detenido. No lo busques más.”

“A mi tía Raúl le dijeron que Alberto había sido llevado al centro de detención ilegal que hoy está bautizado como La Perla, y que “lo reventaron a los pocos días”,  esas fueron las dolorosas palabras textuales”, rememoró Lucas con sabor amargo.

Doña Lidia

Lidia Moreira hoy tiene 87 años. Hace unos 6 años  comenzó a dar algunos síntomas de Alzheimer. Sobre su abuela, Lucas comentó: “Cada tanto se perdía, o se iba de casa y teníamos que rastrearla por la ciudad. Lo que más recuerdo es que, cuando la veía con intención de irse de casa y le preguntaba a donde iba, solía hablarme de otra casa. “Me voy a la otra casa” me decía, “enseguida van a llegar Raulito y Alberto”. Siempre mantuvo eso”.

Luego, el joven describió  cómo su abuela se fue apagando de a poco. ”Con el tiempo dejó de caminar, de hablar, pero cada tanto siempre preguntaba por sus hijos”, recordó mostrando la foto de la última vez en que Lidia participó de un acto del Día de la Memoria.

En ese momento tenía ya Alzheimer y fue el último año que pudo estar lo suficientemente lúcida como para asistir. Hoy por hoy mi abuela no camina, prácticamente no habla, y no come si no es con ayuda. En los últimos años dejamos de hablar sobre Alberto, para que ella también pueda estar tranquila y pasar sus últimos años en relativa paz”, concluyó Lucas.

Los relatos completos de Lucas Feliziani pueden leerse en el siguiente enlace: http://bit.ly/diadelamemoriayjusticia.

Lucas Feliziani, entrenador físico de la ciudad, sobrino de Alberto Ávila.