Así lo determinó la pericia realizada por Gendarmería Nacional, en la que intervinieron 28 especialistas de la fuerza. En la misma, se concluyó que el fiscal Alberto Nisman fue asesinado de un tiro en la cabeza, y que se intentó ocultar el crimen modificando el escenario, e instalando la hipótesis de un presunto suicidio desencadenado por un estado depresivo.

Entre las evidencias que determinaron el asesinato, informan que no encontraron restoa de pólvora cuando revisaron su cadáver, el arma fue encontrada en la puerta del baño al lado del cuerpo, lo que demuestra que le dispararon y tiraron la pistola junto al cadáver, el disparo fue ejecutado detrás de la oreja y en forma perpendicular, sin apoyar el caño; tenía golpes en una de sus piernas y cabeza.

Asimismo, encontraron restos de Ketamina, sustancia usada para tranquilizar a una víctima, y luego de su muerte encontraron huellas solamente del fiscal, lo que denota que el escenario fue limpiado, porque caso contrario deberían haber encontrado muestra de los familiares, empleados y amistades que recibía frecuentemente.

En adelante, resta que el fiscal federal Eduardo Taiano decida si avala la pericia de la Gendarmería o sostiene la hipótesis del suicidio.

Foto: Télam