Flavio Albarracín. Hoy cumplo un tercer día del padre diferente al común denominador, un día del padre en el que no tengo a mi hijo, y a pesar de saber que hice hasta lo humanamente imposible por su vida se generan sensaciones encontradas, sin sabores y cuestionamientos de que más podría haber hecho por salvar su vida.

Si bien tengo la conciencia tranquila y mucha paz interior, siempre uno se plantea si regresando el tiempo atrás podría cambiar o hacer algo diferente, algo que hubiera desviado el destino, pero rápidamente uno cae en la cuenta de que quizás por más que se hubieras hecho otras cosas lo más probable es que el resultado hubiera sido a la larga el mismo y de hecho el resultado es lo que es la vida misma, que puede cambiar en cuestión de instantes.

Es por ello que en este tercer aniversario del día del padre sin mi hijo, estoy seguro de que no cambiaría en nada la historia.

Todos atravesamos en la vida por distintos tipos de dolor pero el dolor más fuerte y difícil de afrontar para un hombre es perder a un hijo.

Un hijo es la vida. Tu hijo es la continuación de tu vida. Tras un tiempo de lucha y esperanzas, cuando tu hijo te deja, con su muerte todo tu mundo se resquebraja, tus sueños se rompen, y te preguntas como es posible que pueda permitirse tanto dolor, como es posible que pueda morir un niño.

Ante esto no hay consuelo, todo lo que te dicen nada de lo que oyes te ayuda en lo inmediato. Solo quieres estar junto a él, sentirlo junto a ti. Su ausencia se convierte en la única presencia que deseas, pero sabes que él está ahí acompañándote y recibes muchas señales, te pone enfrente a las personas indicadas, te rodea de lo mejor para vos y te ayuda a abrir los ojos, a percibir las cosas de una manera diferente, de una forma muy profunda donde con solo ver a los ojos del otro o escuchar su voz, sabes a quien tienes enfrente.

Traer al mundo a un hijo, verlo luchar día a día, hora a hora, minuto a minuto, segundo a segundo por su vida, verlo soportar invasiones de todo tipo y sin demostrar dolor o sufrimiento alguno, saber que lleva nuestra sangre y muchas cosas más, para luego tener que aceptar que ha partido de nuestro lado es algo muy duro de entender.

Han quedado tantas cosas sin acabar. Su vida acababa de empezar. Con él se han ido los juegos compartidos, las caricias, las futuras peleas a la hora de comer, las ilusiones y esperanzas para el futuro de él.

Hay tantas cosas que deseabas compartir todavía con él. No importa cuánto tiempo haya pasado desde que no está, no importa que hay mucha gente que te quiere, que sea hijo único o que tengas más hijos. La muerte de un niño representa en lo inmediato la pérdida del presente y del futuro a su lado….y de experiencias de las que no has podido disfrutar.

Pero en este proceso, te ha enseñado a luchar por la vida, por tu derecho a vivirla y a sentirla. Te ha demostrado el amor, la importancia de luchar por lo que queremos y lo importante y lo necesario que eres y que continúes aquí.

Puedes encerrarte en tu dolor o seguir adelante viviendo con él. La muerte te ofrece siempre dos alternativas. Te puede conducir al borde del abismo, permaneciendo retenido en los recuerdos o puedes construir un puente que se extienda sobre el abismo y te permita seguir adelante.

Ese abismo, seguir adelante… va a implicar dolor. Pero la única manera de enfrentarte con el sufrimiento es sufriendo. La única manera de superar el dolor es pasando por él, mirándole y entendiéndole. Tu vida ya nunca volverá a ser la misma, pero la vida continúa y tu vida continúa mejor.

Hoy recibí mensajes profundos, que dan consuelo y alimentan aún más la paz interior, como por ejemplo que te digan:

“Amigazo del alma. Te mando un abrazo enorme y un feliz día muy especial para vos. El mejor padre que conocí en mi vida. Sin dudas”, o

“ Sé que duele, pero lo diste todo, no dejaste nada! Sos gigante!, o

“Muy triste y a su vez con la suerte de poder decir  que te mereces ese título de papá”, o

“Me hubiese gustado compartir este día con vos”, o

“Amigo, venite a comer un asado que estoy con mis hijos y Flor”, o

“Muchas fuerzas y bendiciones, estoy segura que ese príncipe está con vos”, o

“Muchas felicidades, está contigo, bendiciones fuiste un gran padre”, o

“Tu angelito siempre estará en tu corazón, te acompañará siempre porque NUNCA TU LO DEJASTE. Un gran abrazo desde ESPAÑA amigo”.

Y cientos de tantos otros mensajes de personas amigas, conocidas e incluso no conocidas personalmente.

Y es allí, cuando uno dice por supuesto que me merezco festejar el día del padre, de una manera diferente y sabiendo que algún día volveremos a reencontrarnos nuevamente para festejar muchos días del padre juntos.

A veces veo padres ausentes, madres que cumplen el rol de mamá y papá; y me pregunto qué es lo que no entienden estos hombres, que debería sucederles para que comprendan que cada segundo de vida que no disfrutan junto a su hijo no se recupera nunca más y lo que es peor que algún día aquí o en otro espacio se arrepentirán y ya será muy tarde.

En este día tan especial, les deseo un muy feliz día del padre a todos aquellos que se diferencian y cumplen verdaderamente el rol de padres.