By Zito Fuentes (Corresponsal foráneo). Esta mañana me desperté pensando en que este fin de semana arranco con la dieta aunque a la vez me di cuenta que es medio al vicio porque el traje que ya no me entra en el cuerpo no será usado en la gala de los Premios Carlos como lo soñé tanto tiempo.
Así que me clavé un pan casero con chicharrón yo solito, maridado con un mate cocido adobado con peperina y otros yuyos de mi quinta.
El dúo de peluqueros teñidos me invitó a su desfile pero les dije que no podía ir porque debía prepararme para los premios más grandes del mundo del espectáculo: Los famosos Carlos. Igual no los soporto, son un papel de cuete y no tienen nada que hacer al lado mío que soy un mono NyC de estas tierras; ahijado de Doña Rosa, nieto del Mono Lito, y primo hermano del Mono Obulgen, una gloria del Matador.
Mientras revisaba mis archivos para observar a quiénes postularía para las nominaciones de este año me llegó una misiva vía una paloma mensajera que arribó a mi guarida ubicada en un lugar secreto de la montaña. “Zito, no te necesitamos este año como jurado de los premios Carlos. Mejor quedate en tu casa y no aparezcas porque si te llega a ver Estebanísimo te mete la bandera que le hiciste para Carlos Paz en donde ya sabés”, decía la carta que llegó desde el Palacio.
La cosa es que parece que al séquito de Estebanísimo no le gustó que yo hiciera la mejor bandera del mundo de Carlos Paz que tenía en el centro, como sol de esta vida y de la tierra que Diosito nos legó, al mismísimo Él.
“Querés ser más papista que el Papa”, me dijeron por mensaje de texto aquella vez sin saber que yo soy amigo de Francisco, con quien nos hicimos como chanchos cuando vino a un retiro a la iglesia franciscana de San Antonio, un mes antes de que lo eligieran en el cónclave de cardenales.
Ahí, sentado abajo de un tala, el hoy Papa, me dijo: “Zito, a la gilada ni cabida”.
Y yo le respondí: “Gracias por esas sabias palabras. Vos vas a llegar lejos, Jorge”.
Y mirá si la pegué.
Yo había pergeñado unos premios Carlos con 26 ternas con 18 nominados cada una, cosa de que hasta el último acomodador de la sala más pequeña de Carlos Paz tuviera un diploma.
Y que el Carlos de Oro fuera para tres integrantes de tres elencos distintos así todos quedan conformes.
La ceremonia duraría 3 horas y cuarto y mi idea era que se hiciera un lunes a las 3 de la tarde en el puente peatonal del centro.
“Pero, Zito, vos te crees que inventaste el jugo de mesa y no tomaste un Tico Tico en tu vida”, me dijo uno de los nuevos integrantes del jurado que conocí la otra noche en bar de mala muerte.
Y tuve un flash de mi infancia cuando mi madre me dejaba unas monedas para comprarme juguitos congelados que vendían en el río. Después vi que los hacían con agua del Fantasio mezclada con el contenido viscoso y oscuro de una damajuana de jugo 5mentario. El vil engaño a un mono niño.
Bueno, estoy divagando demasiado.
La cosa es que me sacaron la roja de los Carlos por querer ser bueno y ahí recordé una máxima de mi abuelo Mono Lito que, después de clavarse cuatro jarras de vino blanco con Seco de lima limón, me dijo: “Eseguaso como é que si iama, coso, ehhhhhhhhhhh. Tené cuidao prque coso, mirá ve!”.
Nota de Zito: Es humor, señora.