Del cielo al infierno puede haber un solo paso, al menos así es posible que suceda en sociedades exitistas donde los blancos y negros predominan, sin pasar por la escala de grises.

Concebida así, la vida puede resultar una montaña rusa sin escalas intermedias donde el triunfo, la popularidad o el fracaso, dependen más de la suerte o del destino, del humor cambiante de la gente, que de una actitud constante y sostenida a lo largo de la vida. Personas guiadas principalmente por las emociones intensas. Esto es lo que postula en principios la película “Granizo“, protagonizada por Guillermo Francella y dirigida por Marcos Carnevale (“Corazón de León”, “Elsa y Fred”, “Inseparables”), director, productor, guionista y actor oriundo de Inriville, Córdoba.

Este filme, que hace días, desde su estreno en Netflix, está en boca de muchos, pretende, a través de esa idea, hacer una crítica social sobre la forma en que los argentinos percibimos a algunos líderes carísmáticos, que tienen como vidriera a la TV u otros medios, y dejar al descubierto cómo podemos llevar a personas de carne y hueso al estatus de dioses, y luego lanzarlos al chiquero para que los coman los cerdos.

El foco en lo que no convence

Carnevale cuenta la historia de un hombre al que le pasa esto y debe lidiar con tremendo mal trago. Un famoso meteorólogo de la televisión Miguel Flores (Francella) se convierte en el enemigo público número uno de Buenos Aires, cuando falla al prevenir una terrible tormenta de granizo. Esto obliga al meteorólogo a huir de la gran capital para encontrar refugio en Córdoba, donde vive su única hija, lo que deriva en un viaje de redescubrimiento humano.

El tono de la comedia combina lo absurdo y lo grotesco. Carnevale se da el lujo de usar efectos especiales increíbles de producción y posproducción para una película argentina (no porque no seamos capaces de hacerlas -sobra expertise-, sino porque por lo general elegimos narrar otro tipo de historias). Y destruye al mejor estilo Hollywood la Capital Federal y vemos caer el obelisco en una imagen sin precedentes, pero la polémica en la mayor parte de los medios de comunicación gira en torno a la falsa tonada cordobesa de la actriz Romina Fernandes, quien interpreta a la hija de Flores, el metereólogo, con quien tiene una compleja relación.

Si bien Fernandes suena extraña al oído de la mayor parte de los cordobeses y algunas  críticas apuntan a que hubiera sido mejor elegir a una actriz local para ese papel, su actuación es sólida y convincente.  Esto no alcanza para lapidar el filme, ni para aseverar que ese aspecto “arruinó la película”. Es posible que la elección más correcta -al menos políticamente- hubiera sido que una artista cordobesa fuera la hija de Francella en la cinta (para evitar la falsa tonada); además de haber tomado la decisión de rodar parte de la historia en Córdoba y sumar el trabajo de otros actores y personalidades de nuestro terruño. Esto útimo fue muy celebrado, porque por eso “Granizo”, en parte, generó tantas expectativas en nuestra provincia.

Es cierto que la película de Carnevale, escrita por Nicolás Giacobone y Fernando Balmayor,  está plagada de estereotipos. Los personajes no tienen pausa en su furia que va in crescendo y pueden pasar de la tranquilidad a la exasperación absoluta sin respiro. Sin embargo, su vinculación con el grotesco los justifica en gran medida.

La familia encabezada por los actores Peto Menahem y Eugenia Guerty nos recuerda demasiado a la película argentina “Esperando la Carroza” (1985) de Alejandro Doria.

Laura Fernández, Martín Seefeld, Nicolás Scarpino, Norman Briski, Viviana Saccone, Pompeyo Audivert, también hacen sus personajes de molde generando ese mecanismo de distanciamiento con ellos que funciona como un espejo que nos refleja. El reflejo es cruel pero nos reímos de eso.

El mismísimo Francella que encarna al metereólogo, cuya interpretación por momentos nos remite a Pepe de “Casados con hijos”, ha sido muy criticado por su actuación “tan Francella”, sin tener en cuenta que los actores desempeñan sus roles, casi siempre, bajo la mirada de un director.

Escasa reflexión en las críticas que se procesan aquí y allá, en medios y redes. Algunas solo logran unificar criterios y homogeneizar puntos de vista.

Ni mala, ni excelente. “Granizo” es una película que critica el exitismo nacional y mundial ¿por qué no?, con un ritmo narrativo que mantiene entretenido al espectador de principio a final y que narra esta idea central a través de la historia de un hombre que vive de su profesión y fama. Sin eso, parece no ser nada.

El relato se mezcla con la tragedia de haber perdido a su mujer y haberse separado de su hija por no haber logrado soportar el dolor de su muerte (como si esto fuera un justificativo para tomar tal decisión). Como en la vida misma, pasa también en la ficción. Además de esta marca poco feliz en la historia, -muy detallada por el personaje de Francella en un diálogo con Fernandes en una de las escenas-, la trama es demasiado explicativa a nivel general. Quizás esos sean en realidad los elementos que más restan al relato.

En fin, lo que pasa con la película tras su visionado, sin dudas, nos muestra y nos explica de una forma que tal vez no todos estemos dispuestos a notar o a aceptar.