Corría el 2001 y Diego Pouso no tenía dinero. Lo que sí tuvo es un amigo que le sugirió una idea que le cambio la vida.

“¿Por qué no salís a pasear perros?”, le recomendó y así surgió el proyecto.

A Diego siempre le gustaron los animales, pero no sabía que la fuente de sus ingresos se asociaba al amor hacia ellos.

“Empecé a buscar opciones para sobrevivir más que nada, estaba desorientado, sin saber por dónde arrancar, y yo siempre fui loco de los perros”, explicó en diálogo con TN desde Banfield.

En principio los llevaba caminando y atados a cada uno con su correa. Pero el éxito en esta actividad lo llevó a pensar de qué manera podía pasear más perros, y de forma más segura para evitar peleas entre ellos y complicaciones con el tránsito.

Con creatividad e ingenio nació: la Nave Correcaninos. El vehículo funciona a motor, y tiene un techo para proteger a los perros del sol fuerte y la lluvia. Además, cuenta con correas que posibilitan pasear hasta 20 mascotas a la vez, con una distancia suficiente para que estén cómodos, y no surjan conflictos de territorio.

 

El comienzo de un gran proyecto

“Era muy fácil tener problemas de peleas, escapes, lastimaduras y esto solucionó todo”, detalló Pouso, y destaca que su creación le facilitó “completamente” su trabajo.

Pensó en resguardarlos en climas adversos y también en la hidratación de los animales, por eso la nave cuenta un tanquecito con agua y un sistema de mangueras que permite que cada uno pueda tomar en el lugar, mientras van paseando.

Las mascotas que forman parte de la nave correcaninos, deben superar un período de adaptación “por el carro en sí, y por cada perro”, relata el paseador.

“Si paso por la puerta de tu casa con la hinchada de River para ir a ver un partido, cuando vos salís y ves eso, lo más probable es que de alguna manera te intimide. Bueno, al perro le pasa lo mismo”, explicó Pouso.

Consultado sobre la reacción de los vecinos al cruzarse en la calle con su invento, Diego responde que “ya muchos lo conocen, pero los que todavía no, se quedan paralizados”.

“Los primeros días fue una revolución, aunque ya todos me conocían de pasear perros en bicicleta o a pie, semejante locura nadie se la esperaba”, remarcó.

El paseador comparte muchas horas del día con los animalitos propios y ajenos, y por eso resulta “fácil” definirlos como sus “amigos”.

Sobre su relación con los animales reflexiona: “Es un amigo de otra especie, con algunos valores muy parecidos a los nuestros y otros no tanto, y con un lenguaje corporal mucho más simple que el nuestro”, finalizó.

Fuente: TN