Miguel Nicolás Garay actuó con premeditación y con la idea de dañar a su expareja atacando lo que más quería la mujer, su propia madre, Susana Sosa, izquierda.

Miguel Nicolás Garay actuó con premeditación y con la idea de dañar a su expareja atacando lo que más quería la mujer, su propia madre.

La discusión se había hecho larga en la madrugada del domingo 6 de febrero entre Garay y quien había sido su pareja. Los vecinos de la tranquila calle Fidias, casi al filo de la montaña, escucharon los gritos desaforados del hombre que, al parecer, había estado bebiendo en un kiosco de la avenida San Martín.

Susana del Valle Sosa miraba todo desde el interior de la casa y nunca pensó cómo se desarrollarían los hechos esa fatídica mañana.

Liliana, su hija, se escabulló para hacer la denuncia a la Policía y en el intento de saltar la verja, se fracturó una pierna, según contaron los vecinos. Nunca pensó lo que pasaría en ese tiempo en que ella se ausentaría de la casa.

Los vecinos dejaron de escuchar ruidos y todo parecía tranquilo. Pero estaba ocurriendo lo peor.

Garay ingresó a la casa y atacó con rudeza a Susana hasta dejarla inconsciente. Cuando su hija volvió e ingresó en la vivienda la encontró tirada en el piso en un charco de sangre.

Imputación y traslado

La Fiscalía del Segundo Turno, a cargo de Ricardo Mazzuchi, no dio a conocer hasta el momento el tenor de la imputación que recayó sobre Garay, quien fue detenido un día después del crimen en el domicilio de un familiar en la ciudad de Córdoba. Lo que sí se sabe es que Garay fue trasladado al penal de Bouwer y que todavía no declaró ante el fiscal.

Los penalistas y especialistas en delitos de esta naturaleza aseguran que le cabría una imputación de una figura que se instituyó hace poco en el nuevo Código Penal argentino: el femicidio vinculado.

Este delito está tipificado en el artículo 80 inciso 12 del Código Penal y habla de la conducta de quien matare con el propósito de causar sufrimiento a una persona con la que se mantiene o ha mantenido una relación en los términos del inciso 1º (ascendiente, descendiente, cónyuge, ex cónyuge, o persona con quien mantiene o ha mantenido una relación de pareja, mediare o no convivencia).

“El tipo penal castiga así un comportamiento pluriofensivo en contra de: (1) la vida de la persona que fallece; y (2) la integridad emocional de la mujer a la que se quiere hacer sufrir”, expresa el texto de la normativa.

Amenazas recurrentes

Según el testimonio de la nieta de la mujer asesinada, Garay había amenazado a su madre con que iba a matarla a ella y a su familia.

“Lo hacía siempre. Pasaban meses y él volvía a mi casa. Siempre le decíamos que se vaya, que no lo queríamos más ahí. Nunca aceptó que mi mamá no quisiera estar con él”, relató la nieta de Susana a El Doce.

La joven de 24 años afirmó que el exnovio de su madre las tenía amenazadas. “Siempre nos amenazaba con que nos iba a hacer algo. También nos decía que se iba a matar. Pero nunca hizo nada más que golpear y romper cosas en mi casa”.

 

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