El día en que se comenzó a dibujar un nuevo mapa

Si bien el desgaste, los egos y las ambiciones personales metían cimbronazos en cada una de las fuerzas políticas poco hacía prever que en 48 horas dejaría de existir las dos alianzas políticas predominantes de Córdoba.

Por diversos motivos y en distintas circunstancias tanto Unión por Córdoba como Cambiemos dejaron de existir para tomar otra forma.

En Cambiemos todo estalló. Ni las ganas de Ramón Mestre de ser gobernador ni las de Mario Negri de seguir el mandato y sentirse el mejor representante del Gobierno nacional en Córdoba lograron encontrar un mínimo punto de encuentro como para conformar una fuerza que, desde las legislativas de 2017, se sentía con fuerza como para ganar la provincia.

Por el otro lado, en el oficialismo, la muerte de José Manuel De la Sota y la intuición del gobernador Juan Schiaretti precipitaron la caída de Unión por Córdoba para transformar sus bases y unir otras fuerzas en lo que hoy se denomina Hacemos por Córdoba.

El problema para muchos operadores políticos, dirigentes del interior o punteros barriales es ahora donde ubicarse. “¿No puedo criticar a nadie, porque no sé de que lado están hoy?”, decía un dirigente radical de una comuna del interior en la tarde del miércoles.

Y claro, el principal enemigo de los mestristas hoy no es el schiarettismo, sino el negrismo, y viceversa. Por otro lado, algunos que estaban con Mestre, ante la baja de las internas no saben para qué lado disparar. Y los radicales de pura cepa que no les gusta que les den órdenes los jeques porteños del PRO, tampoco saben bien qué hacer.

Pero el problema no está solo en los radicales, sino en todas las fuerzas. Los espacios que Schiaretti le entregó a las nuevas fuerzas de su espacio como el GEN y el Socialismo, eran lugares pretendidos por los dirigentes peronistas, muchos de ellos más afines a De La Sota, que veían la debacle de Cambiemos como una gran oportunidad.

Esta decisión del gobernador los dejó en off side, mal parados y sin margen de acción. Hasta el propio Carlos Caserio, que dijo hace unos 20 días en un programa de tele de Carlos Paz que su relación con Avilés no existía y que el intendente de Carlos Paz “se buscaba enemigos sin necesidad”, tuvo que compartir en la mañana del miércoles en el hotel Quórum un espacio con el ex radical.

En los espacios de Avilés pasa lo mismo. Los radicales que venían acompañándolo dentro de Carlos Paz Unido, hoy no saben dónde quedaron parados. Una cosa es jugar para un vecinalismo en Carlos Paz y seguir los lineamientos en Córdoba y otra muy distinta es que el jefe de ese espacio comparta coalición política con el peronismo. “Estamos cruzadísimos ahora”, repetía uno de los dirigentes de ese espacio en voz baja para que no lo escuchen desde el Palacio 16 de Julio.

Un revuelo tan grande hay en los dirigentes de los partidos que el Frente Cívico perdió a uno de sus legisladores más valiosos como Juan Pablo Quinteros. “No me siento cómodo” dijo y pegó el portazo, acción que imitarían algunos de sus colegas.

En definitiva, el mapa político de Córdoba se está redibujando, y eso en Carlos Paz tiene sus movimientos que todavía hoy no tienen un camino firme. Hay que ver de que lado de los límites caen cada uno de los dirigentes.