Alicia Magdalena Ocampo junto al grupo solidario compuesto por Ignacio Gallardo (su hijo) y dos amigos, Hugo Trejo y Adolfo Pignon.

Alicia Magdalena Ocampo es oriunda de Malagueño, Córdoba, allí vivió durante 21 años, incluso aún tiene a parte de su familia en la localidad y otra parte, vive en La Calera. Actualmente, es residente de la ciudad de Bariloche, hace 19 años. Es comerciante, voluntaria en un hogar en situación de calle de esa ciudad y payamédica. Hace unos días protagonizó un hecho que comenzó con la mejor de las intenciones: llevar juguetes y golosinas a niños de parajes inhóspitos de Río Negro, por el Día del Niño, pero el viaje se complicó bastante, por lo que el caso tuvo gran repercusión y por suerte un final feliz, que permite narrar la historia con cierto alivio.

Junto a su hijo, Juan Ignacio Gallardo (18 años) y dos amigos, Hugo Trejo y Adolfo Pignon, iniciaron un viaje solidario para llevar juguetes y otras donaciones a los parajes Fitamiche y Río Chico, donde hay niños y familias en condiciones de vulnerabilidad social. No era la primera vez que lo hacían. En otra oportunidad ya habían llevado a esos lugares y a otros, alimentos, útiles, ropa y otros objetos. Solo que esta vez, debido a que el camino por el cual transitaban siempre estaba cortado, tomaron otro alternativo, hubo una tormenta de nieve, sus camionetas se atascaron y se perdieron.

Como no tenían noticias de ellos,  sus familiares, desde Córdoba, comenzaron a hacer difusión de la historia para que dieran inicio a la búsqueda del grupo solidario que no daba señales de vida.

Alicia y su grupo pasaron casi tres días en medio de la estepa patagónica, refugiados en su camioneta, hasta que luego de siete horas de caminata con nieve hasta la cintura, pudieron pedir ayuda. Hoy, cada uno, está en su casa sano y salvo, y aseguran que lo que les ocurrió, no les impedirá seguir ayudando a quienes más lo necesitan.

La vivencia y el aprendizaje

“Estamos felices de estar nuevamente con nuestras familias, en nuestras casas. No es la primera vez que hacemos este viaje solidario con nuestro grupo. Fuimos preparados. Estaba anunciada la caída de nieve, nosotros lo sabíamos. Cerró el camino que siempre hacíamos. Tuvimos mala suerte. Nos desviamos, y en el desvío nos agarró caída de nieve muy fuerte. Es ahí donde se complicó y empiezan a tener problemas las camionetas”, contó Alicia ya desde su casa, en Bariloche.

Y continuó: “Estábamos solo a 20 km del lugar a donde teníamos que llegar, y nos desviamos unos 25 km hacia la Cordillera, ahí la cosa se puso compleja…”.

En cuanto a lo que aprendió de la experiencia, Alicia manifestó: “Siempre estoy viendo dónde y cómo ayudar a la gente, por eso conocí a personas que hacen lo mismo que yo, y nos unimos para hacerlo. En lo personal, me ayudó a valorar mucho más lo que tengo, a nivel del grupo de esta cruzada solidaria, evaluamos la importancia de tomar ciertos recaudos a la hora de hacer estos viajes, pero esto no nos frena a seguir con nuestro objetivo, que es llevar un mimo, una sonrisa a la gente de estos parajes, que nos son muy frecuentados”.

Corazones solidarios

El trabajo solidario de Alicia, Juan Ignacio, Hugo y Adolfo, comenzó el año pasado, para colaborar en los parajes de la línea sur, que con la gran nevada del año pasado, más la pandemia, necesitaban de mucha ayuda. “También realizamos viajes colaborando con la Comarca (después del gran incendio que hubo, de repercusión nacional); hacemos donaciones en distintos merenderos de la cuidad. Todo eso, debido a que contamos con donaciones permanentes de amigos, conocidos y desconocidos que ayudan para que cumplamos con nuestro propósito”, detalló la mujer.

En marzo juntan útiles y alimentos no perecederos para donar, en agosto juguetes, golosinas y otros elementos para el Día del Niño, y en diciembre, también hacen una colecta, para Navidad.

Los cuatro varados soportaron temperaturas bajo cero. (Gentileza SPLIF) Fuente: Télam.

Los hechos

El grupo partió el pasado sábado a las 7 de la mañana de Bariloche a repartir los juguetes que había recolectado, rumbo a Río Chico y Fitamiche, en Río Negro. Fueron en dos camionetas, una Ford Ranger y una Toyota Hylux.

La idea era estar de vuelta el sábado a la noche. Pero después de salir del primer paraje, una tormenta los sorprendió y cuando se quisieron dar cuenta, estaban varados en medio de la nada, habían perdido el rastro de la ruta y la señal del celular mientras la nieve comenzaba a acumularse alrededor hasta llegar a los 70 centímetros.

El Servicio de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales, el SPLIF de Bariloche, ya había iniciado el operativo rescate.   Alicia y el resto del grupo imaginaban que el operativo de rescate estaba en marcha pero también sabían que era como encontrar un aguja en un pajar, podían estar en cualquier lugar en medio de la nada.

El grupo solidario esperó hasta el lunes, refugiado en las camionetas. Aguantaron comiendo los turrones y alfajores que les habían quedado sin repartir, tomando algunos jugos que tenían en la camioneta y descongelando agua con la calefacción del auto.

El lunes por la mañana, ya sin comida, Alicia, su hijo y Adolfo, decidieron partir a buscar ayuda, mientras Hugo Trejo, con dificultades para emprender la caminata, quedó en una de las camionetas.

Fueron siete horas sin rumbo, hasta que llegaron a  la estancia La Caprichosa. Allí los recibió Inalef, quien les dio “el té mas rico del mundo, pan casero y tortas fritas”.

Mientras ella y su hijo quedaron en la estancia, Inalef y Adolfo fueron a caballo hasta Chacay Huarruca, ubicada a unos 12 kilómetros.

A las siete de la tarde del lunes, dos días y medio después de haber salido de su casa de Bariloche, el SPLIF de Bariloche recibió el llamado de auxilio del grupo y pudieron rescatarlos.

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