El pasado 30 de octubre se cumplieron 40 años de la elección que llevó a la presidencia a Raúl Alfonsín, el hombre que con sacrificio propio y entereza política resultó una pieza clave para el sistema democrático argentino.

En este aniversario de 40 años de democracia ininterrumpida, los argentinos atravesamos un largo proceso electoral que culmina este domingo con el balotaje entre los dos contendientes que consiguieron más votos en las elecciones generales de octubre pasado.

Por eso, evocar a Alfonsín en esta fecha es un pequeño homenaje a una figura enorme, a un hombre que no dudó en ofrecer su propia carrera política para proteger la paz social y el ejercicio de una democracia todavía joven, imperfecta y con perspectivas para observar y cambiar, pero que es el único sistema que garantiza la participación de todos los actores sociales, incluso de los que la fustigan.

PREÁMBULO

Nos los representantes del pueblo de la Nación Argentina, reunidos en Congreso General Constituyente por voluntad y elección de las provincias que la componen, en cumplimiento de pactos preexistentes, con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino: invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia: ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitución, para la Nación Argentina.