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Por Valera Flesia. Nuestra experiencia narrativa se tiñe, desde la infancia, de diferentes costumbres y mandatos y se une, indefectible y calladamente, a la memoria: así, muchas cosas que sabemos y recordamos alguna vez las leímos o escuchamos y las pusimos en cuestión y hasta, quizás, las escribimos, recitamos y cambiamos a la hora de compartirlas como experiencias heredadas y transformadas, íntimamente propias.

Las narraciones compartidas-escuchadas o leídas- nos hacen ser quienes somos y no es que somos más o menos por leer mucho o poco, o por no saber leer la grafía común de las palabras: podemos haber escuchado  leer, reconocer su cadencia, sus acentos, acomodar imágenes a esas palabras enlazadas. Podemos añorar una lectura nunca realizada. ¿Por qué no salir a buscarla?

La estirpe es el título de la novela de la escritora argentina nacida en Venezuela, Carla Maliandi editada por Ramdon House en 2021.  “La escritura de Maliandi es precisa y preciosa al mismo tiempo. Una escritura que conmueve como pocas y que deja sin palabras”, dice Selva Almada en la contratapa.

En el relato, Ana, una mujer de nuestros días  pierde parte de su memoria en un accidente por demás trivial. Al despertar en el hospital, algo de quién era sigue allí, pero en conflicto con otras vivencias que parecen suyas, aunque construidas con recuerdos colaterales, residuales (quizás nacidos de lecturas y narraciones orales) que se imponen callada pero férreamente a su manera de vivir lo que la rodea. Mientras su familia exige con gestos y cuidados  que vuelva a ser la que era, Ana, el personaje protagónico y narradora de esta historia, se permite desconocer todo mandato maternal, familiar y profesional -hasta el de la lengua- para dejar que un dialecto dormido  y nunca aprendido, de repente, les ponga nombre a las cosas.

La mirada con la que Ana se reencuentra con su cotidianeidad es antigua y  dolorosa, transida de pérdida y nunca reconocida como víctima de un exterminio, exterminio  que los lectores reconoceremos como parte de los relatos de origen de nuestro país, pero con otros personajes protagónicos. Las vivencias que pugnan en el territorio de la memoria de Ana son de quien nunca fue protagonista, sino sometida y silenciada.

La estirpe es una novela íntima y  colectiva, al mismo tiempo, sutil y tragicómica en la superficie de la historia que la propia narradora construye con su memoria rota encendida de  imágenes de matanzas lejanas que desdibujan todo presente para interrogarlo y desgajarlo.

Una novela para leer levantando la cabeza del texto -como dice Roland Barthes-para dejar que alguna historia de infancia, algún recorrido escolar o alguna extraña metamorfosis sentida al despertar de un sueño revelador complete el paisaje de lectura magníficamente ofrecido por Carla Maliandi.

                                                                                                                              Valeria Flesia es Licenciada en la Enseñanza de la Lengua y la Literatura