Albergue en la frontera Argentina-Brasil, Foz de Iguazú (Brasil).

Pasadas las 14.35, un grupo de jóvenes carlospacenses, entre los cuales también había niños, arribaron a la ciudad de Córdoba en un micro procedente de Brasil, luego de que transcurrieran sus vacaciones en el país carioca.

En conversación con Carlos Paz Vivo!, los chicos y chicas contaron paso a paso las peripecias que experimentaron en el difícil viaje de regreso a casa en plena pandemia de coronavirus. Sin vuelo de repatriación, porque ellos habían contratado servicio aéreo en Flybondi, tuvieron que regresar a Córdoba en un colectivo donde iban 65 personas de diferentes lugares del país.

El grupo debió pagar el viaje de regreso (4.500 pesos cada uno) y lo hicieron en condiciones hacinamiento, sin provisiones, con solo 12 litros de agua entregados al chofer del colectivo por Gendarmería.

Tras quejarse con los choferes y debido a la presencia de niños en el transporte, se permitió que dos de los pasajeros pudieran bajar a mitad del trayecto para comprar agua y alimento destinado a todos los pasajeros.

Antes de ingresar al país, en la frontera de Foz de Iguazú (Brasil), punto por donde ingresan gran cantidad de argentinos que vienen del exterior, les dieron los elementos preventivos (barbijos, guantes y gel) pero al mismo tiempo solicitaron que se alojen, según el testimonio de los jóvenes, “en un sitio completamente precario, desorganizado, y con información deficiente”.

Desinformación y aglomeración

“Llegamos a las 2 de la mañana al puesto de la frontera, nos tomaron la fiebre, completamos una Declaración Jurada donde se denunciaba el domicilio en el cual estaríamos alojados para cumplir la cuarentena. En ese ingreso nos dieron barbijos, guantes y alcohol en gel, pero todo fue parte de un gran circo y protocolo inservible cuando luego pretendieron alojarnos para dormir en colchones tirados en el suelo, envueltos en plásticos, que se salían”, contó Estefanía, una de las jóvenes carlospacenses.

Luego continuó: “Baños sin higiene, ni jabón. Permanecimos más de 8 horas sin agua ni comida. Cerca de las 10 de la mañana abrió un mini Mercado con precios desorbitantes que vendía galletas, dulces y gaseosas”.

“Cuando estábamos en el albergue del puesto de la frontera nos dijeron que pronto llegarían al lugar alrededor de 200 argentinos infectados por coronavirus que venían de Italia. Por lo tanto, nos recomendaban salir de allí cuanto antes. Sin embargo, nosotros nos quedamos y nunca llegó nadie”, recordó Carolina indignada.

Salir de la frontera

Las opciones para salir de la frontera eran muy limitadas. “Las opciones eran ir en un micro gratuito que viajaba a Ezeiza, Buenos Aires, pero después no sabíamos cómo hacer para llegar a Córdoba. La otra posibilidad era viajar en un micro pago que llegaba a Córdoba capital, luego de repartir argentinos por diferentes partes de la provincias”, comentó Carolina.

Los chicos de Carlos Paz optaron por la segunda opción porque uno de los amigos tenía libre su tarjeta de crédito para poder pagar el viaje de todo el grupo. Pagaron 30 mil pesos en total en concepto de viaje de regreso, porque ni Flybondi, ni ninguna otra organización, institución o dependencia del Estado, se hacía cargo del vuelo cancelado tras el cierre de las fronteras decretado por el presidente Alberto Fernández el domingo 15 de marzo.

“Si Estefy no tenía dinero en su tarjeta, teníamos que ir hasta Ezeiza en cole y no sé qué pasaría con nosotros, teniendo en cuenta que también viajamos con una nena, resolvieron las cosas mal. Si bien Flybondi nos reembolsará el viaje de regreso que no pudimos hacer, la medida debió ser regresar con ese medio de transporte y no del modo peligroso en que lo hicimos”, declaró Carolina.

Control de temperatura arriba del colectivo de pasajeros procedentes de Brasil.

Un viaje para el olvido

“Viajamos en cole más de 24 horas sin servicios de ningún tipo. Recibiendo tratos discriminatorios por parte del personal del colectivo, como de todos aquellos agentes del estado que a lo largo de la ruta frenaban al colectivo para controlarnos la fiebre”, descargó Estefanía.

Por su parte, Pedro comentó: “No les importó que viajáramos 60 personas, entre ellos chicos, sin comida, con escasos litros de agua, sin hacer paradas, con aire acondicionado a muy baja temperatura. Incluso cuando nos medían la temperatura a nosotros, a la mayoría nos daba 34,5 grados)”.

Tanto los jóvenes oriundos de la ciudad, como los provenientes de otros lugares llegaron a la conclusión de que de “haberse mantenido el vuelo en avión, en apenas tres horas hubieran  estado en sus  casas cumpliendo la cuarentena obligatoria”.

En ese aspecto, Pedro señaló: “Si alguien portaba el virus de la pandemia, ya estamos todos infectados, de forma inevitable”.

“Para nosotros, los que viajamos al exterior con menos recursos y no en Aerolíneas Argentinas u otras aerolíneas privadas, los vuelos de repatriación o rescate no existieron, tampoco nada que fuese seguro para regresar a nuestros hogares, solo un micro incierto a Retiro, que además aseguraba condiciones deplorables”, sostuvo Carolina.

Y añadió: “La sensación de todos era que nos querían sacar a todos de la frontera y listo, no importaba qué pasaba con nosotros”.

Parando en todos lados

El micro fue bajando pasajeros en diferentes lugares del país. “Llegamos a Corrientes, se bajó gente y en la terminal la policía los separó y les volvió a tomar la temperatura y otros signos. Pero no entendemos porqué hicieron eso, dado que venían de estar esas mismas personas todas aglomeradas previamente en el bondi”, argumentó Carolina.

El colectivo llegó hasta Chaco, según contaron los jóvenes. No obstante llegar a ese destino fue en vano, debido a que no había ninguna persona del transporte que tuviese que quedarse allí. “Simplemente se equivocó el chofer, nos dijeron. ¡No lo podíamos creer!”, exclamó Estefanía.

Aislamiento de los pasajeros en Corrientes, tras descender del micro.

La ansiedad de llegar a Carlos Paz

Por último, la joven concluyó: “En mi opinión, lo aplicado en nuestro caso fue un protocolo deficiente, farsante, para comunicar que se actúa, previene y controla. Pero que en la práctica no se evitó un posible contagio, sino todo lo contrario. Si hubiesen respetado el medio de transporte en el cual deberíamos haber regresado, todo esto no hubiera sido tan traumático”.

“Sumado a la pérdida de tiempo, desgaste y gastos extraordinarios de dinero, nos sentimos tan víctimas de todo como cualquier otra persona de este azote mundial”, manifestó Pedro.

Al cierre de esta nota, el grupo de jóvenes de Carlos Paz, cuyos nombres fueron cambiados parar preservar sus identidades, intentaba llegar a la ciudad a través de algún medio de transporte para, una vez aquí, poder cumplir con la cuarentena obligada en domicilio ya estipulado.

Puesto frontera de Foz de Iguazú (Brasil).