Se llamaba Guillermo Javier Migliorini Izurieta y murió el lunes. La triste noticia de su fallecimiento se dio con su última carta en la que reflexiona sobre los alcances de la pandemia.

El docente, oriundo de Mar del Plata, tuvo su diagnóstico positivo hace un mes, pero cinco días después tuvo que ser internado porque su condición de salud empeoraba rápidamente. El 10 de marzo, el docente publicó una foto mostrando que se había colocado la primera dosis de la vacuna, pero, según informaron medios locales, también tenía una enfermedad prexistente que empeoró su condición.

La carta: 

“Desde el martes sé qué estoy con COVID, los síntomas: fiebre muy alta que no se baja y dificultad para respirar. Lamentablemente, mí hermano mayor también presentó síntomas y por lo tanto continúa aislado en su pieza. A pesar de todo, se ocupó siempre de cuidarme y llevarme a la guardia cuando los síntomas arreciaban.

Anoche entré en internación porque no saturaba bien. Tengo mucha fe en los profesionales que me cuidan, y en las personas que me quieren y están tirando rezos, oraciones y buenas energías.

Ojalá, a muchos de mis contactos que creen en la estúpida ficción de la nueva presencialidad, montada para aplacar a los medios -que no paran porque son CRIMINALES de la peor calaña-, se les caiga esa fachada y puedan ver la realidad.

Si tus hijos van a escuelas privadas, pensá que los que vamos a las públicas… Algunas, sin siquiera aulas ventiladas según el protocolo.

Si viajás al cole en auto, pensá en quienes usan colectivo, con las ventanas totalmente cerradas.

Si vas al colegio en Mar del Plata, pensá en cuanto falta para que lleguen los fríos, las heladas y nos obliguen a tener que mantener las clases muertos de frío (nosotros y los chicos).

La peor pandemia es el egoísmo, y de esa creo que no hay salvación”.