El papa Francisco ratificó su lucha contra la corrupción en la Curia romana, denunció la existencia de una “casta pecadora” en la Iglesia y adelantó que continuará con sus reformas a las estructuras económicas de la Santa Sede, en un fuerte mensaje hacia dentro del Vaticano y en medio de los escándalos por supuestas irregularidades financieras de parte de un cardenal y seis funcionarios.

“No creo que pueda haber una sola persona, dentro y fuera de aquí, que se oponga a erradicar la mala planta de la corrupción”, consideró el pontífice.

“No hay estrategias particulares, el esquema es banal, sencillo: hay que ir adelante y no parar. Hay que dar pasos pequeños pero concretos”, agregó Jorge Bergoglio.

Los dichos del Papa se dan luego de las investigaciones pedidas por el pontífice por supuestas irregularidades financieras en el Vaticano que terminaron con el proceso a seis funcionarios de la Secretaría de Estado y la destitución del cardenal Angelo Becciu de su cargo en la Congregación para las Causas de los Santos.

“No se puede seguir a Dios y al dinero. Hay que elegir”, planteó el Papa, en lo que se leyó como una advertencia a los funcionarios de la Santa Sede implicados en escándalos financieros.

En esa línea, recordó que en los últimos años, pese a los avances en la transparencia vaticana, “ha habido ejemplos de deshonestidad y de traiciones que hieren a los que creen en la Iglesia”.

“Estas personas ciertamente no son monjas de clausura”, advirtió el Papa.

“Para llegar a los resultados de hoy partimos de una reunión hace cinco años sobre cómo actualizar el sistema judicial, luego con las primeras investigaciones tuve que quitar posiciones y resistencias, nos fuimos a indagar en finanzas, tenemos nuevos líderes en el Banco Vaticano IOR”, detalló el Papa sobre el proceso de transparencia en las cuentas vaticanas que le podrían valer, el año próximo, la salida de la denominada “lista gris” del organismo europeo encargado de la lucha contra el lavado, Moneyval.

“En fin, tuve que cambiar muchas cosas y muchas cambiarán muy pronto”, anticipó el Papa, que reconoció que “la Iglesia es y sigue siendo fuerte, pero el tema de la corrupción es un problema profundo, que se pierde a lo largo de los siglos”.

Francisco aseguró que “la Iglesia siempre ha sido una casta meretriz, una pecadora. Digamos mejor: una parte de ella, porque la gran mayoría va en el camino correcto”.

“Pero es innegable que personalidades de diversa índole y profundidad, eclesiásticos y muchos falsos laicos amigos de la Iglesia, han contribuido a disipar el patrimonio móvil e inmóvil, no del Vaticano sino de los fieles”, denunció.

A mediados de octubre, Francisco ratificó que la reforma que impulsa en la Iglesia “ya está en marcha”, mientras avanza con la sanción de una nueva Constitución apostólica para cambiar el organigrama de la Curia romana, según planteó en una reunión de trabajo con el grupo de seis cardenales que lo asesoran en la reforma de la Curia, conocido como C6.