Son 104 los cuerpos identificados en Malvinas hasta el momento, se trata de Fabricio Edgar Carrascull, muerto en la batalla de Pradera del Ganso durante 1982.

Su mamá, Isabel Esther López, conocida como Ucha por familiares y vecinos de Hernando, donde vive y desde donde partió su hijo hace 36 años, lo buscó durante más de tres décadas.

Hasta estos días la mujer sostenía su hipótesis, de que el cuerpo de su hijo no estaba enterrado en Darwin junto a la tumba de los 121 soldados con la placa que decía  “Soldado Argentino Solo Conocido por Dios”.

La búsqueda

Hace algunos años, el veterano Julio Aro junto a la periodista Gaby Cociffi se pusieron una meta y comenzaron a recorrer el país y visitar a familiares de ex combatientes que no habían sido identificados, pero Ucha sostenía la versión que alguna vez le habían contado.

“Los metieron en bolsas de nailon, hicieron una zanja y los pusieron uno al lado de otro. Un testigo que estuvo allí me lo dijo. Pero no voy a dar su nombre, eso me lo reservo. Y las fotos confirman que ya no queda nada”, insistió convencida de las versiones que había escuchado durante años, publica Infobae.

“Por eso no quiero que toquen nada, prefiero que los dejen en paz. Mi obsesión era saber dónde estaba, o dónde fue sepultado, y ya lo sé”, le dijo a Cociffi y Aro cuando la visitaron en Hernando.

Accedieron a cotejar las muestras

Sólo cuando el Plan Proyecto Humanitario había avanzado en el reconocimiento de los caídos -que hasta hoy llegaban a 103- la familia Carrascull se acercó al Equipo de Antropología Forense para dar la muestra de sangre que permitiera cotejar con las muestras que los forenses habían tomado durante 2017 en Darwin cuando se hizo la exhumación de las 121 tumbas -donde hay 122 cuerpos- de los soldados no identificados, publica Infobae.

La madre de Fabricio, como tantos otros, durante estos 36 años vivió entre la falta de información, el olvido y, muchas veces, las mentiras.

Por eso quizás no pudo creer cuando le aseguraron que el coronel Geoffrey Cardozo había cumplido con rigurosidad la misión que le encomendaron los altos mandos ingleses cuando terminó la guerra en 1982: recoger los cuerpos de los campos de batalla para darles honorífica sepultura en Darwin.

“Ahora lloro, pero en paz; lo encontré”, dijo su madre emocionada.

Derecho a la verdad

Ucha guarda en su casa papeles, recortes y fotos. Durante tres décadas reunió documentación para saber cómo había muerto su único hijo varón. Quería conocer el lugar exacto donde había caído, cuál había sido su trinchera. Las 5 líneas en una nota que, 42 días después de su muerte, le enviaron desde el Ejército para anunciarle que Fabricio ya no volvería, nunca fueron una respuesta suficiente frente al mayor dolor de su vida.

“Ni siquiera vino un militar a anunciarme que había muerto en la guerra”, se lamentó. “Y yo necesitaba saber”, publica Infobae.

Murió aferrado a la radio

“Los ingleses se repliegan, los hemos detenido y los obligamos a retirarse. ¡Viva la Patria!”, sintieron sus compañeros que gritaba, cuando los ingleses se movieron en retirada. En ese instante un preciso disparo le dio en la cabeza. Fabricio cayó en la trinchera junto a la radio con la que había dirigido a sus compañeros.

Fue el 28 de mayo de 1982. Su cuerpo, junto a los de sus 38 compañeros que murieron en esa batalla, quedó sobre la turba.

En el bolsillo de su pantalón de combate encontraron una cámara de fotos y dos rollos que le había dado su padre cuando lo visitó en Chubut antes de que lo manden a la guerra. Los británicos se la llevaron. El subteniente Gómez Centurión cavó la fosa junto a otros de los militares que habían caído prisioneros del 2° Batallón de Paracaidistas y la 5ta Brigada de Artillería británicas.

Ocho días después del combate los enterraron en una fosa común. Tres oficiales ingleses y tres argentinos rindieron honores. Un sacerdote argentino y un capellán inglés hicieron una oración por los caídos. Allí clavaron una precaria cruz de madera, donde un oficial talló: “39 cuerpos argentinos”.

Ahora Ucha supo que aquella tumba con 39 héroes fue solo una sepultura temporaria. Que finalizada la guerra los soldados ingleses recuperaron los cuerpos que estaban en fosas comunes o en los sitios donde se habían librado los combates, para enterrarlos con respeto y honores militares en el cementerio de Darwin.

Hoy ella pudo encontrar a ese hijo que tanto buscó. Este jueves 22 en el Espacio de la Memoria, miembros de la secretaría de Derechos Humanos, del Equipo de Antropología Forense y del Centro Ulloa, le confirmaron a Eleanor, su hermana, que Fabricio está en Darwin.

Condecorado

El soldado Carrascull fue condecorado con la medalla de la Nación Argentina al valor en Combate. Y desde hoy su madre sabe que yace en la tumba D.B.2.17 del cementerio de Darwin. Ya no tendrá que buscarlo.