La historia de Sebastián Fernández Cambra, es la de un luchador de la vida, que por una neumonía bilateral causada por Covid-19, estuvo durante cuatro meses internado en el Instituto Modelo de Cardiología Privado de Córdoba, aferrándose a la vida, a pesar del difícil pronóstico que tenía  y de que los tratamientos  que en su caso, no funcionaban de manera efectiva, como sucedía con otros pacientes con su misma patología.

Cabe destacar que el hombre enfermó antes de poder inocularse con las dosis de vacuna contra coronavirus que le correspondían.

Asi lo despedía una de las puertas del Instituto Modelo de Cardiología

Este lunes por la tarde, el carlospacense conocido por ser dueño de la tradicional Farmacia Grimberg de la ciudad, fue trasladado desde dicha institución al Centro de Rehabilitación Rita Bianchi (ubicado en la localidad de Tanti), para restablecer su salud poco a poco, dado que la enfermedad consumió un gran porcentaje de su masa muscular y aún necesita de diversos tratamientos, camino a su alta definitiva.

“Le dieron de alta ayer del Instituto, fue una verdadera lucha, pero aún no es el alta definitiva, ya que Sebastián todavía tiene que recuperarse, seguir ese camino. Desde ayer por la tarde se encuentra en el centro de rehabilitación. Pero estamos felices, que hoy esté vivo, es un milagro. Él luchó, luchamos juntos como familia, no bajamos jamás los brazos y si hay algo que queremos transmitir, es que es importante no rendirse nunca en estos casos”, manifestó María Marta Sueldo de Fernández Cambra, la esposa de Sebastián, en conversación con Carlos Paz Vivo!

La familia de Sebastián está compuesta por su esposa María Marta, su hija Agustina (reconocida influencer de la ciudad), Juan Manuel, médico, y Nahuel, quien fue el responsable de trabajar durante los últimos meses, dado que el resto de los integrantes estuvo abocado a cuidar y acompañar a Sebastián durante su enfermedad y proceso de recuperación.

Sebastián junto a su familia

Contagio por Covid-19

Sebastián se contagió de Covid-19 los primeros días de mayo pasado. El 14 de mayo dio positivo toda la familia y los trabajadores de la farmacia. Se aisló junto a su familia en su domicilio y  unos días después,  a Sebastián  le comenzó a faltar el oxígeno, le costaba mucho respirar, por lo cual el 19 de mayo lo trasladaron al Instituto Cardiológico, con diagnóstico de neumonía bilateral.

“Venía a controlarnos siempre Juan Manuel, que es médico y trabaja en el Cardiológico. Sebastián comenzó a desaturar  (baja la oxigenación en sangre). Pasó directamente a terapia intensiva. Todo se desencadenó tan rápido… El 95% de los pulmones estaba neumónicos”, contó María Marta.

Y agregó: “Durante 21 días, Sebastián estuvo en terapia junto a su hijo Juan Manuel, por suerte lo desafectaron del trabajo y estuvo cuidando a su papá, porque nosotros no podíamos ir. Incluso nos estábamos recuperando de Covid también, pero en casa”.

Una verdadera tortura

La mujer aseguró que el caso de su esposo fue muy complejo y que nada de lo que funcionaba con otros pacientes, tenía en él los mismos efectos que pudieran pensar en una mejoría.

“La máscara Helmet que tira aire en compresión y es aceptada por la mayoría de los pacientes-es como un casco- en Sebastián no funcionaba, además no podía soportar la claustrofobia que eso le generaba.  Por eso probaron con la Máscara VNI (ventilación no invasiva) con lo cual no podía comer ni hablar, una verdadera tortura”, recordó María Marta.

Además destacó que lo que evitaron todo el tiempo era la intubación, “dado que los índices de mortalidad en pacientes con Covid-19 intubados, es muy alta”

Respecto a la experiencia con la máscara VIN, sin la cual Sebastián no podía respirar, María Marta comentó: “Nos dijo que la lengua se le pegaba al paladar, que vivía con sed y hambre. Además él usaba también una máscara de no reinhalación para poder comer y tomar agua”.

Depresión y dificultades para alimentarse

El hombre estuvo desde el 19 de mayo hasta el 4 de agosto en terapia intensiva. Dos días después, 6 de agosto, cumplió sus 50 años en una terapia intermedia. “Días antes de cumplir años, Sebastián comenzó a deprimirse. Si bien él nunca bajó del todo los brazos, empezó a no querer comer y eso nos alarmó a todos. Por ese motivo, el Dr Celaya, Jefe de terapia, tomó la decisión de trasladarlo de pieza, eso, sumado al amor, contención y todos los cuidados del equipo profesional del lugar, y de su familia, salió adelante. Pero también debió ser medicado por la depresión”, detalló María Marta.

Para el 9 de agosto, Sebastián ya estaba en otra pieza, intentando cambiar de perspectiva, en una nueva etapa de lucha por su vida. “Lo que a Sebastián lo fortaleció es la idea que de no podía abandonar a sus hijos. No quería que Juan Manuel tuviese una experiencia así , que terminara con la vida de su propio padre y tampoco quería dejar a sus otros hijos”, confesó.

Las cadenas de oración y el amor de la gente

Después, reflexionó emocionada: “Lo salvó además las cadenas de oración desde distintas puntos del mundo y el amor de toda la gente. En lo personal, desde el primer momento que pude volver a estar a su lado, una vez recuperada de Covid, le repetí que el coronavirus era como una tercera guerra mundial y que nosotros no éramos víctimas sino victoriosos, y él me respondía con lágrimas de emoción”.

El personal del Instituto Modelo de Cardiología le hizo una gran despedida

Calidad humana y profesional

Por último, María Marta hizo hincapié en el amor, la calidad humana y profesional de todo el cuerpo médico, de enfermeros y de personal que trabaja en el Instituto, donde le salvaron la vida. “Una maravillosa enfermera nos acompañó durante horas y horas, su presencia y contención diarias eran indispensables; el chico que hacía la limpieza de la habitación nos bendijo cada día que estuvimos allí, son detalles enormes que no puedo dejar de nombrar. Ni hablar del  cuidado de cada médico, de cada persona en ese lugar, es digno de destacar”, dijo la mujer.

Este lunes que Sebastián Fernández Cambra dejó el Instituto Modelo de Cardiología,  fue una verdadera fiesta. Se hizo previamente un simulacro de salida del nosocomio, para que pudiera hacerlo en silla de ruedas y no en camilla, hasta su próximo destino, el instituto de rehabilitación.

“La emoción fue tan grande que no puede explicarse con palabras, celebramos la vida, festejó la vida una vez más tratando de sentarse para salir de ahí y fue despedido con aplausos y globos de tanta felicidad, por su último esfuerzo. Luego, como corresponde, fuimos nosotros quienes los aplaudimos a ellos”, finalizó la mujer con enorme gratitud.