Por Walter Tortone. Así como Zeus fue el dios de los dioses griegos y Odín lo fue para los nórdicos, el fútbol puede tener muchos dioses. Quizás haya un dios futbolístico por cada hincha en el mundo. Pero lo que está claro es que, en este Siglo XXI, el Dios de todos los dioses es Lionel Messi.

Algunos seres humanos lloran ante una imagen de su supremo. En el ámbito futbolístico, también pasó con Neymar cuando tuvo que hablar de lo que significa Messi. Es muy difícil no ponderarlo como igual a Maradona, o Pelé, en lo que transmite al verlo jugar y ser contemporáneo a este suceso.

Mantenerse por más de una década en un mismo nivel, no es para cualquiera. Cristiano Ronaldo, sí, pero si analizamos finamente al Barcelona de los últimos años y al resto de los equipos en donde jugó el portugués, terminamos coincidiendo en la supremacía de la Pulga por sobre el resto. Leo quiere redondear su palmarés con otro título local. Sería el décimo y quedaría por detrás, únicamente, de Paco Gento que tiene 12. Otro récord que seguro romperá.

En las últimas once jornadas de La Liga de España, sus estadísticas asustan. Marcó 16 tantos y ha participado en otros seis dando la asistencia. Es decir, participó en 22 de los últimos 28 tantos que convirtió el Barça en la competición. Eso quiere decir que ha intervenido en casi ocho de cada diez goles (78,5%). Sus datos abruman, y más sabiendo que lleva

El crack argentino se alejó -por un tiempo- de la Selección, pero en esta temporada 2018-19, sólo se ha dedicado a cerrar bocas, especialmente aquellas que lanzan la aberración “pecho frío”. Lo único que se ve, hoy, es a un Messi saliendo de lo común, como si realmente “fuera de otro planeta” (como elogian sus rivales). Deleitémonos con él, confiemos en que el próximo Mundial, puede ser el suyo. Pero por sobre todas las cosas, disfrutemos ver cómo Dios se personifica en Messi.