Yanina Romero (27) cumple 3 días de su nueva vida. El pasado domingo, a la madrugada, una llamada le devolvió la ilusión, la esperanza y la alegría que había perdido con el paso del tiempo a la espera de un donante. Es vecina de Carlos Paz y en esta nota cuenta su historia.

Hace cuatro años le descubrieron un problema en sus riñones y desde entonces estaba esperando el trasplante. El órgano llegó y hoy lo cuenta con muchísima emoción a Carlos Paz Vivo!¸mientras se recupera de la operación en el Sanatorio Privado de la capital provincial.

“Tenemos el órgano para vos”

Así fue la llamada que, con cierto desconcierto, la mujer recibió el domingo.

“El sábado a la noche había estado en el cumpleaños de una sobrina, me fui a casa y a las 3.30 de la madrugada me llamaron. Primero no entendía nada; pero por el horario. Cuando vi que era un número de Córdoba me imaginé. Ahí me dijeron que estaba el órgano para mí y que a las 8.30 tenía que estar en el hospital. Me bañé, preparé mi bolsito y a las 5.30 ya estaba en el hospital con toda la ilusión y el miedo también”, contó.

Yanina dijo que ese momento fue “muy loco” porque “es como que la vida sigue y en el instante menos esperado llega la llamada”; una comunicación tan emocionante y llena de expectativas que le fue casi imposible de expresar en palabras.

Pese a los dolores propios de la intervención, sostuvo que desde el domingo vive un momento de felicidad. “Después del parto de mis hijos, esto es lo más importante que me pasó. Es como volver a vivir”, expresó.

Volver a vivir: Yanina dice que estos tres días han sido de felicidad plena.

Cuatro años de espera

La mujer manifestó que en estos más de cuatro años que pasaron desde que se enteró de su problema de salud hasta que fue trasplantada, le fue muy difícil sostenerse en pie y a medida que el tiempo pasaba, la esperanza e ilusión de conseguir un donante iban desapareciendo.

“He caído muchas veces pero logré salir gracias a mis hijos, mi marido y mis abuelos que son los que siempre estuvieron al lado mío. En estos casos, es indispensable el apoyo de la familia. Hace un par de semanas había perdido la esperanza porque, por un problema con unos estudios, me habían sacado de la lista del Incucai. Pero cuando menos lo imaginé, llegó la noticia”, señaló.

Yanina indicó que nunca se supo por qué dejaron de funcionar sus dos riñones: “Tuve una nefritis y desde ese momento se fueron achicando y perdiendo la función.

A partir de ese momento su vida cambió y muchas de las actividades y hábitos diarios que resultan normales para las personas con buen estado de salud, comenzaron a serles una limitación para ella.

“No podía orinar, tenía que restringir muchísimo los líquidos, las comidas y la sal. Comer una banana o tomar un vaso de coca era como un veneno para mí. Ahora puedo abrir la heladera y tomarme un vaso de agua, o compartir mates con alguien; cuando antes si me convidaban tenía que decir que no”.

Una  nueva vida

La mujer sostuvo que la recuperación que está teniendo es tan rápida que incluso causó sorpresa en el equipo de salud que la asiste. De hecho, recordó que el riñón fue aceptado por su organismo y no pasó mucho tiempo desde la intervención que pudo orinar; siendo esto un muy buen indicador.

“Volver a orinar fue una situación hasta linda, porque hace casi cinco años que no podía orinar. Ahora puedo tomar un vaso de agua, sentarme y tomar mi tasa de desayuno completa y no por la mitad”, recalcó sorprendida.

Donante: Ser o no ser, y la paradoja de su caso

Yanina contó que siempre estuvo convencida de que sería donante de órganos; decisión que concretó al renovar su DNI cuando cumplió los 16 años.

Pero tal decisión, no fue tan bien tomada por algunos de sus familiares; quienes jamás pensaron que tiempo más tarde, sería ella la que necesitaría la ayuda de todos.

“Cuando hice el cambio del documento de los 16 ya expresé mi voluntad de ser donante. No sé de mi familia quiénes eran donantes. Si sé que cuando yo tomé esa decisión mi mamá me dijo “Dios no quiera, pero a vos no te van a sacar los órganos, no voy a dejar que te saquen nada”; y después lo terminé necesitando yo”, contó.

Y reflexionó: “Creo que tiene que haber más campañas sobre la donación y eso tiene que empezar por las escuelas. Es muy importante que la gente sepa que donar sangre, plaquetas y órganos salva vidas. Y creo también que quizá hay muchos mitos que asustan a la gente”.

Pese a que por diferentes cuestiones quien recibe el órgano no puede conocer la identidad del donante, y viceversa, Yanina mantiene la ilusión de algún día poder conocer a la familia de quien le salvó la vida, para poder agradecer.

“Creo que tiene que haber más campañas sobre la donación y eso tiene que empezar por las escuelas”

Pero a quien también quiere expresar su gratitud es a los padres de Justina Lo Cane, la niña fallecida a la espera de un trasplante y que gracias a la lucha de sus padres su pudo aprobar la ley que determina que todas las personas son donantes, salvo que expresen lo contrario.

“Me gustaría encontrarme de alguna manera con la familia de Justina. Mandarles un e-mail, tener una charla por teléfono o personalmente para poder agradecerles porque esto fue gracias a su lucha. Ellos lucharon tanto por esta nueva ley que hace posible que muchos podamos estar siendo trasplantados. Hace más de 4 años que estaba esperando, pero hay compañeros que llevan 15 años y con la Ley Justina se empezó a mover muchísimo la donación de órganos”, apuntó.

También expresó su reconocimiento a todo el equipo de salud del Hospital Privado y al de la Unidad Renal Punilla, que es donde durante todos estos años hizo el tratamiento.

“Ellos fueron de mucha ayuda, porque no sólo se encargaban de mi salud sino que eran un gran equipo de contención. Yo quedé embarazada en el proceso de diálisis y ellos estuvieron siempre”, concluyó.