El niño de 9 años soñaba con ser marine, y fue la Fundación Make a Wish la que cumplió su deseo.

En la Base Naval de Zárate, Máximo tuvo su día perfecto, lo recibieron con un circuito de postas donde pudo experimentar cómo desenvolverse en terreno, técnicas de supervivencia y le entregaron su merecido diploma.

Su mamá, Andrea, en diálogo con Infobae contó: “Se contactaron conmigo desde la fundación cuando se enteraron de Máximo, y me preguntaron cuál era su sueño. Hace un mes tuvieron una entrevista súper personal, hermosa y extensa, donde una voluntaria, Romina, puso mucha dedicación y cariño, hasta entender bien cuál era su anhelo y se pusieron en marcha para conseguirlo”.

“En un momento él dijo: ‘Quiero ser como un marine’, porque hace muchos años que ve películas y le encantan las de soldados”, revela. Y aclara: “Es algo muy de él, porque no hay ningún militar en nuestra familia”.

Sus hermanos le pasaron un video en el que lo llaman a cumplir con la misión. “Le decían: ‘Te están llamando, tenés que ir a cumplir’, y no lo podían creer; eso es lo único que él sabía, que lo necesitaban para que los ayude con algo, así que fue toda una sorpresa desde el primer minuto en que nos recibieron en un jeep en la puerta de la Base Naval de Zárate”, asegura la mamá.

El niño fue diagnosticado con sarcoma de Ewinn, un tipo de cáncer que se produce frecuentemente en los huesos o alrededor de ellos. Suele afectar a los niños y adultos jóvenes.

Una misión para Máximo

“La misión es complicada. Necesitamos un Infante de Marina valiente, astuto y sagaz. ¡Yo conozco al indicado! ¡Máximo, te necesitamos!”, son las palabras que escuchó un niño de 9 años.

El video, con sello de Armada Argentina y el Batallón de Infantería de Marina Nº 3 “Almirante Eleazar Videla” (BIM3), era nada más y nada menos que una invitación a la Base Naval de Zárate, donde lo esperaba una experiencia inolvidable, que según el propio protagonista fue “el mejor día de su vida”.

Hace un año y medio le diagnosticaron un sarcoma de Ewing y está en tratamiento.

El comandante Fernando Agustín Romero López detalló que cuando supo de la solicitud que recibió la Secretaría General de la Armada, quiso formar parte. “A partir de la aprobación, para nosotros surgió ‘El operativo Máximo’; lo hablé con mis oficiales, planificamos la actividad y lo primero que consideramos, al igual que la Fundación Make-A-Wish Argentina, que actuaron con la misma seriedad, fue la salud y el cuidado del chico durante el circuito”, indica. Con la autorización de los padres, Andrea y Fernando, y el equipo médico, iniciaron la organización y la logística de cómo iban a cumplir esa misión, que consistía en recuperar un maletín secuestrado por un enemigo.

Una prueba de equilibrio también estuvo incluida en la formación del nuevo Infante de Marina Honorario.

“Había que formarlo, enseñarle, que se vista como nosotros, hicimos una formación en la que lo recibimos, y él izó la bandera”, describe sobre la ceremonia en la Plaza de Armas “Contraalmirante IM Pedro René Irigoin”, donde también estaban presentes los familiares y algunos integrantes de la fundación.

El teniente de Corbeta IM, Bautista Eguren, leyó la designación de Máximo como Infante de Marina y destacó “sus destrezas como soldado y su gran capacidad para enfrentar las adversidades que se le imponen”.

En ese momento ya tenía puesto el mismo uniforme que sus compañeros, y Andrea asegura que fue uno de los instantes preferidos de su hijo: “Se fue superando cada minuto, porque tiene su nombre y apellido bordado, con unas botas de su tamaño, el sombrerito, el cinto, las insignias, y el collar de dos chapitas con su nombre también; algo que por supuesto ya llevó al colegio súper feliz, y no se va a sacar nunca la cadenita”.

Sobre el armamento, el comandante aclara que fue contemplada especialmente para esta ocasión. “El tenía un arma marcadora de plástico, que le asignamos para que esté como nosotros, porque a los fines prácticos servía para la función ilustrativa”, asegura. Vestido igual que la patrulla, se incorporó a la primera actividad, un trote con cánticos que resonaron en el batallón.

“Después se sumó a lo que nosotros llamamos ‘pista de monte’, porque nuestra especialidad es el combate fluvial en los ríos, y hubo distintas estaciones donde le fuimos enseñando cómo usar la ropa que tenemos, cómo usar las comunicaciones; aprendió también sobre la construcción de refugios, la preparación de distintos tipos de fuego y la potabilización de agua, varias de las técnicas de supervivencia que aplicamos cuando estamos en terreno”, detalla. Pasaron por un circuito de obstáculos, que adecuaron a las condiciones físicas y la capacidad de Máximo, pasando por un puente de equilibrio y otro de hilos.

“Estamos infinitamente agradecidos a todos, incluso los que no salen en las fotos, como el cocinero que le hizo ese guiso típico, en el platito de metal donde comió con sus compañeros de patrulla”, resalta Andrea, la mamá de Máximo.

“Ya íbamos un par de horas y en ningún momento le decayó la voluntad ni puso gesto de cansado, todo lo que Máximo irradiaba, esa energía tan linda, hizo que todos estemos igual de contentos, así que antes de la misión pasamos a almorzar”, narra.

Junto a sus compañeros, se sentó a comer ‘la marmita de campaña’, el plato típico que suelen comer durante el cumplimiento del deber. Todavía faltaba que le revelen el objetivo que tenían que recuperar, así que le contaron cuál era el plan, los lugares por dónde iba a pasar, y escuchó las indicaciones totalmente concentrado.

“Se subió a una de nuestras lanchas, hicimos una navegación y llegó a tierra; él desembarcó, paso de la lancha a la tierra, entró a una carpa donde había otros soldados, y agarró el maletín. Lograron escapar, y volvió a subir a la lancha para irse de ese lugar”, relata sobre el excelente desempeño de Máximo, que además demostró tener una sólida vocación de servicio por su predisposición, buen humor y respeto por todo lo que estaba sucediendo.

Por tierra y por agua

“Hicieron una pequeña navegación por el río Paraná, lo pasamos de la lancha a un bote neumático que usamos para infiltraciones, y con una escalera lo subimos al muelle de la Base Naval Zárate, donde lo estábamos esperando todos los infantes que estábamos en el sector, y lo recibimos con aplausos”, cuenta.

Después de cumplir con su misión, Máximo obtuvo su diploma, y le dieron varios presentes de sus compañeros de batallón a modo de recuerdo de la experiencia

El comandante describe cada ítem del cronograma con mucho entusiasmo, y revive en su mente la expresión de felicidad que vio en el niño cuando se presentó ante él.

“Lo felicité por haber recuperado el maletín y le dimos una serie de regalos y atenciones, como un diploma, una copia de la orden designándolo como Infante de Marina, unos ejemplares de la revista Desembarco, y algunas cuestiones más de la Armada para que recuerde su paso con nosotros”, revela.

Le explicó, además, que el equivalente a lo que en Estados Unidos se conoce como “marine”, en la Argentina sería la Infantería de Marina, por lo que su sueño oficialmente se había hecho realidad.

La familia de Máximo es de Córdoba, pero se mudaron a Quilmes poco antes del inicio de la pandemia de coronavirus, y hace año y medio le detectaron sarcoma de Ewing y comenzó el tratamiento. “Está bien de salud, haciendo quimioterapia, terminando su tratamiento con buen pronóstico”, comenta. Y enseguida agrega: “Y ahora más todavía, si está más feliz que nunca”.

Fuente: Infobae