El movimiento generado en torno al “Mirá cómo nos ponemos” será sin duda algo histórico. Será un antes y un después en la lucha de género y más aún en la perspectiva con que se abordan los casos de violación en Argentina. Y, sin temor a equivocarme, creo que es el paso más grande en las conquistas femeninas que se dio en nuestro país desde el voto universal.

Desde mi condición de hombre criado por una sociedad machista intento con toda mi capacidad ir deconstruyendo mi pasado, de a poco, metiéndome y entendiendo este nuevo mundo, más justo e igualitario y sobre todo más humano.  En lo personal apoyo, acompaño y me emociono con la lucha que las mujeres llevan adelante. Y trataré de ayudar como pueda desde mi lugar.

Desde mi condición como periodista intento hacer lo mismo, la perspectiva de género ha tenido en los espacios en los que tengo la oportunidad de trabajar. Soy un convencido, y a las pruebas me remito,  de que a partir de la visualización de estos casos gravísimos que por fin salen a la luz, más y más mujeres se animan a expresarse y a contarlo.

Sin embargo, me topo con una barrera importante que realmente no se cómo saltear.  En estos dos días luego de la denuncia de Thelma Fardín, se expusieron en las redes sociales al menos una veintena de denuncias hechas por chicas, jóvenes y adolescentes de Carlos Paz contra chicos, jóvenes y adolescentes de nuestra misma ciudad.

Una cuestión que no hay que perder de vista es que la denuncia del colectivo de Actrices Argentinas fue hecha primero en la Justicia y luego en los medios. Este paso previo le da un sustento de legitimidad que no se logra solamente con el “escrache” o el “escarnio” público.

Por eso pienso que si lo que se busca es la ayuda de los medios, el acompañamiento y la exposición de esta situaciones para que caigan los abusadores, los violadores, para que se deconstruya la sociedad del “patriarcado”, es trascendental que las denuncias pasen por la Justicia.

Soy consciente de lo difícil que es hablar, revivir, contar, exponerse. Debe estar entre las cosas más difíciles de hacer y que requieren de una valentía que quizás nosotros desde nuestro lugar, jamás tendríamos.

Sin embargo, sin denuncia judicial previa, se da lugar a interpretaciones ambiguas sobre los hechos y como periodistas nos deja desamparados. Exhibir la denuncia judicial, nos habilita a publicarlo, a exponer al denunciado a visibilizar el caso, los casos y la causa.

Por otra parte, una denuncia pública de un montón de hechos sin citar en muchos casos a las denunciantes, sin exposición judicial de por medio y metiendo todo en el mismo saco, termina dispersando la potencia de los hechos más graves y consistentes.

La justicia, a su vez, necesita abandonar viejas prácticas y constumbres y ponerse a tiro con las exigencias de la sociedad. Una justicia que fue moldeada bajo el ideal del patriarcado y que por decisión u omisión también siempre castigó a las mujeres. A esa justicia también hay que forzar a avanzar. Sin una justicia acorde, las mujeres seguirán evitando las denuncias bajo ese miedo al poder patriarcal.

Hoy, a través de las redes, se está exponiendo a muchas personas. Se ha expuesto a las víctimas y se ha escrachado de manera pública a los acusados. Todos esos escraches y exposiciones deben acompañarse de denuncias judiciales; por el bien de los casos, por el bien de la causa, para que podemos acompañar como medios y como profesionales esta enorme movida que hoy poco a poco nos está entregando una sociedad más justa, más digna, una sociedad en la que estamos más orgullosos de vivir.