En su paso fugaz por Villa Carlos Paz esta temporada de verano, Matías Del Federico, reconocido dramaturgo, escritor y actor santafesino, se tomó un tiempo para conversar  sobre teatro, ese arte que para él es una pasión, desde muy chico.

Su familia hace 50 años sostiene un espacio y grupo de arte dramático llamado Dino Del Federico,  el nombre de su abuelo, fundador del teatro en San José de la Esquina, pequeño pueblo de Santa Fe, cercano a la ciudad de Rosario.

Es poco habitual entrevistar en verano a un dramaturgo. Normalmente, las notas y los flashes son para los actores o artistas famosos, o a lo sumo, para algún que otro director.  Lo cierto es que Matías Del Federico, desde el 2015, se gana la vida escribiendo grandes éxitos escénicos como Bajo terapia o Casados sin hijos. Ambas obras fueron puestas en escena  en diferentes partes de la Argentina, comenzando en en Buenos Aires, pasando por distintas ciudades del país, hasta llegar a numerosos países, siendo traducidas a diversos idiomas.

En el caso de Bajo Terapia, su primera obra del 2015, se realizó en España, Noruega, Italia, Croacia, Portugal, República Dominicana, Costa Rica, Panamá, Puerto Rico, Estados Unidos, Chile, Perú, Colombia, Paraguay, Ecuador, Brasil, Uruguay, y México.

Casado sin hijos, del 2016, su segunda obra escrita, que actualmente dirige Lisandro Ferrer con actores locales en Villa Carlos Paz y Tanti, fue estrenada en junio de ese año en el teatro Paseo la Plaza de Buenos Aires, y ya tiene su versión en Miami, Uruguay y México.

Como actor, previo al éxito de su trabajo de escritura, participó de innumerables propuestas teatrales y también lo hizo como asistente de dirección. En el año 2008, hizo temporada en Carlos Paz, actuando en Justo en lo mejor de mi vida, una experiencia que recuerda con mucho cariño.

-¿Cómo fue que te animaste a escribir?, ¿de qué forma la dramaturgia se convirtió en tu medio de vida?

Todo comenzó formando parte del teatro de mi abuelo. Tenía 15 años y ya actuaba y hacía de todo: música, iluminación, etc. La escritura siempre me había gustado, pero me parecía muy lejana. Cuando tenía 20 años leía mucho, pero no me sentía capacitado para escribir. Empecé a leer por la actuación y por la música. Estudié música en Rosario, primero hice otras cosas, pero en el año 2006 empecé a escribir cuentos, me animé con eso. En el 2010 autoedité mi primer libro de cuentos, que tenía mucho de teatral. Uno de esos cuentos hablaba sobre las relaciones de pareja, todo transcurría en una sobremesa, y ahí me di cuenta que se podía adaptar para teatro. Así surgió Bajo terapia.

-¿Luego escribiste Bajo Terapia para un concurso?

Escribí la obra para hacerla con mi grupo en el pueblo, pero no se pudo. Por ese motivo, decidí probar si se podía hacer la obra en Buenos Aires. En ese momento, había un concurso nuevo, que se llamaba Contar, a partir del cual buscaban autores nacionales para el teatro comercial, dado que hay muy pocos en nuestro país. Justo apareció el concurso, la obra quedó seleccionada entre 200 propuestas, ganó, y se estrenó en el año 2015. Fue un antes y un después en mi vida.

Casados sin hijos, versión local.

Contame eso, ¿de qué manera repercutió en tu vida haber ganado el concurso?

-Fue un despegue para mí. A partir de ahí, a través de uno de los productores que hicieron mi obra, Bajo terapia se hizo en Madrid, España. Sebastián Blutrach fue quien la hizo en Buenos Aires, quien la llevó al exterior, y luego, a partir de ese momento, se comunicaron productores de Chile, Brasil y otros lugares, me pidieron los derechos, y comenzaron a pasar cosas que nunca me hubiera imaginado. Estaba conforme con que se hiciera la obra en Buenos Aires con actores como Carlos Portaluppi, María Figueras, y otros, con la dirección del gran Daniel Veronese, imaginate que todo lo otro, lo viví como un regalo.

En el 2015 también me mudé a Buenos Aires para trabajar como escritor, pero una vez al mes regreso a mi pueblo porque tengo a mi grupo de teatro, a mi familia y a toda la gente que quiero tanto. Hay algo afectivo que me lleva a volver siempre.

Justo apareció el concurso, la obra quedó seleccionada entre 200, ganó, y se estrenó en el año 2015. Fue un antes y un después en mi vida.

¿Cómo es un día de trabajo en la vida de Matías Del Federico?

-Hasta Bajo terapia, en mi pueblo, trabajaba en un negocio familiar que nada que ver con teatro. Después de eso, trabajo escribiendo teatro y mis cuentos. Hoy por hoy vivo de la escritura, me levanto, pienso qué voy a escribir y me ponga a trabajar. Puedo dedicarme de lleno a lo que más me gusta. También estoy haciendo la asistencia de dirección en una obra de Héctor Díaz, y pronto haré la asistencia en una obra de Daniel Veronese.  También pienso en dirigir, dentro de unos años. Además, actualmente también soy jurado del concurso Contar.

-¿Qué te pareció la versión local de tu obra, Casado sin hijos?

-Me gustó mucho, la vi en Tanti. En cada lugar se apropian de la obra de una forma diferente. En Buenos Aires se hizo con el Puma Goity y con Eugenia Tobal. Es lindo ver cómo en cada lugar se adapta según el público. Acá está más establecida la obra en la comedia, que en lo dramático, pero también  es muy interesante.

Estoy escribiendo una nueva obra sobre el síndrome de Asperger que aborda lo que pasa en las escuelas con los chicos que lo tienen. Está inspirada en un caso real.

-¿Qué te inspira a la hora de escribir?

-Temas cotidianos que de algún modo me interpelen y me interesen, como la violencia de género, tratado en Bajo terapia o el movimiento child free, que habla de las parejas que no quieren tener hijos, como en Casados. Estoy escribiendo una nueva obra sobre el síndrome de Asperger, que aborda el tema, y lo que pasa en las escuelas con los chicos que lo tienen. Está inspirada en un caso real. Me gusta investigar y contar las historias en tono de comedia, porque son temas fuertes, intensos. Es el teatro que me gusta escribir y ver.

-¿Sos obsesivo con la estructura narrativa o no te focalizás tanto en eso?

-Sí, soy muy obsesivo. Me gusta que las historias tengan ritmo, que tengan contenido pero que siempre vayan avanzando. Al trabajar mucho con Daniel Veronese, me doy cuenta de lo que me falta aprender a la hora de corregir un texto, como el pulido de los diálogos para que sean más verosímiles o menos enredados. Una palabra puesta en un lugar que no va, no genera el mismo impacto en un remate de humor. Cuando hice mi taller con Mauricio Kartun, también vi que él hacía mucho hincapié en eso, en la corrección. También soy muy obsesivo con mis cuentos.

-¿Cómo te proyectás hacia adelante?

-Estoy donde quiero estar. Lo que me pasa es un sueño cumplido, el desafío es poder vivir toda mi vida de la escritura. Si bien el teatro es mi lugar, me encantaría escribir series y guiones de cine, que me encanta.