Consternación y profundo dolor causó en La Villa el deceso inesperado del querido Cristian López.
Había nacido hace 61 años en la misteriosa Buenos Aires borgeana pero a los 10 pirulos ya estaba haciendo de las suyas con su hermano Claudio, ya que sus papis eligieron esta villa, aun a escala humana, para vivir en familia.
Y formó familia con la adorable Rosana Stipisich, que además de profesional de la salud ya es una avezada escritora. Con ella ‘encargaron’ (cigüeña mediante), a Canela y Micael.
¿A quién no le solucionó un drama en su TV, en su equipo de música… en su compu… allí en su tallercito.
Estudió en el IES (con una S para mí) y luego se perfeccionó en electrónica por correspondencia (cosa que los jóvenes no entenderán y deberán googlear) y que pudo llevar adelante con mucho éxito como autodidacta, curioso y con ayuda del querido y generoso Rubén Pomesano, en su búnker de calle Redentor.
Su propio Búnker, desde que tengo memoria de camarógrafo (suele fallar) es el tallercito que se armó en su casa, en el triángulo que está frente al (otra vez con una S) colegio IES.
En los 90s. era un clásico ver como entre Cristian, Neti Pitra, Gans o Rubén Pomesano, se ‘sacaban de encima’ y se derivaban entre ellos, a los ‘laburos pedorros’ que los jóvenes camarógrafos ( de la era de las cámaras Panasonic M8000, M9000, Casseteras, etc), llevábamos a diario… y sin un mango. Me parece verlo, rodeado de televisores y diciéndome:
-Luis, esta videocasetera tirala, no da para más. .¡O llevásela a tu amigo Neti !!! (sin saber que desde allí venía).
También hizo de diskjockey en los eventos con el ‘Pelado’ Gabba, en bodas o fiestas de quince.
Era un adorador casi místico del ‘Buen Sonido”. Tenía en su casa, para consumo personal, equipos tope de gama y que solo él usaba.
Cristian luchaba contra los kilitos, transpirando. Era habitual verlo pasar todo sudado y esforzado. Hizo un tiempo bici, mountain bike, y en los últimos años fue artífice, junto a una banda de vecinos copados como el Turco Alí, su hija, Mauro Cuervo, Cachorro Laguzzi, Gaby Acosta y otros… del renacer del Sportivo Bolivar.
En materia de fierros, en esta ciudad tuerca, formó parte del singular binomio López/López con el ‘Renol Gordini’… junto a su hermano Claudio (que no es El Piojo López).
Era amante del buen comer. Tenía una teoría que a las lasañas de La Yema de Oro de los hermanitos Caimi apenas le faltaba una pizca de pimienta negra para alcanzar la perfección.
Cuenta una leyenda #NoChequeada que un día, en una apacible siesta del barrio Villa Domínguez, apareció un contenedor que se llenó de aparatos de TV y otras porquerías que llevaban años en el interior de su taller. ¿Se había cansado de verlos sin ser retirados o habrá sudo un ultimátum de La Stipi?!? Jamás lo sabremos.
En los últimos tiempos, Cristian se estaba haciendo estudios del corazón porque le faltaba el aire a veces pero no le habían encontrado nada. Este domingo se descompuso y pidió que lo lleven a Córdoba donde se estaba viendo en el hospital Italiano. A poco de salir, entró en paro y ya en el Sanatorio Punilla, nada se pudo hacer para salvarlo.
Nos queda a todos un profundo dolor.
Se fue un tipo bueno, familiero, dedicado a su pasión/profesión… y todo lo demás lo dejan sus amistades en los mensajes de redes, que son elocuentes.
Pido perdón a su compañera de vida, a la escritora Rosana, por estas líneas lanzadas tan desprolijas pero… pero ella entiende todo. La abrazamos, también a sus hijos y familiares.
Hasta la vista, Cristian… y arreglale ‘la matrix’ al Barba allá arriba, que hay varias cosas que se le están saliendo de sincro.