Durante el discurso ante la Asamblea Legislativa, el pasado 1 de marzo, el presidente Alberto Fernández afirmó: “La inflación es el gran problema que tienen los argentinos en este momento”.

Según el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF), un centro de estudios económicos independiente del gobierno de ese país, en febrero el índice de precios al consumidor registró una suba de 1,7% en relación al mes anterior.

Según el OVF la inflación en ese país ya suma siete meses consecutivos de baja intermensual, desde que en mayo de 2021 se ubicó en 19%. Además, hilvanó seis meses con inflación de un dígito. En lo que va del año suma una variación de 6,6%, aunque en los últimos doce meses aún registra un 246%.

Por su parte, el Banco Central de Venezuela (BCV) publicó a fines de la semana pasada que la inflación en el segundo mes del año llegó al 2,9%, acumulando 9,79% en el primer bimestre del año.

Pero a pesar de esta coyuntura, la economía argentina está lejos de presentar una variación de precios siquiera cercana a la de Venezuela, que posicionó a ese país como el de mayor inflación en el mundo.

Según datos del Banco Central de Venezuela en 2021 la inflación trepó a 686,4%. En cambio, en Argentina la variación de precios minoristas se ubicó en 50,9% el año pasado, sin dudas un nivel elevado, pero sustantivamente menor que en el país gobernado por Nicolás Maduro.

La clave sin embargo, parece ser hoy la tendencia, y lo que puede pasar a lo largo el año si la inflación no cede y se mantiene por encima del 3% mensual en Argentina.

Venezuela aplicó en los últimos años una fuerte reducción de gastos por parte del sector público, restricciones al crédito bancario y un menor gasto en bolívares, con el fin de mantener la estabilidad del tipo de cambio.

En Argentina, en tanto, la discusión actual es si la inflación es multicausal con fuerte incidencia de la emisión para sostener el déficit fiscal o si en cambio, responde al accionar de grupos concentrados y formadores de precios que fogonean la suba de los precios en las góndolas.

Fuente: Cronista.com