Por Lautaro Irurzun. Fue pensado para el primer día de abril pero fue pospuesto por imprevistos. El desembarco de las tropas argentinas en Islas Malvinas se dio con las primeras luces del 2 de abril de 1982 y fue parte de la Operación Rosario. Allí, con 20 años, estuvo el cabo Roberto Zárate, quien desde hace unos años es vecino de Carlos Paz.

La operación contó con la participación de buzos tácticos y del destacado Regimiento de Infantería Mecanizado 25, con base en Chubut, al cual pertenecía el cabo Zárate.

Tuvimos el privilegio y el honor de ser los primeros en desembarcar en las Malvinas”, recuerda con orgullo Zárate, en medio de la Vigilia del 2 de abril en la Plaza Fernando Casado, de Villa Carlos Paz.

“Entre las misiones, tuvimos que limpiar el Aeropuerto para que aterricen los aviones que llegaban y conquistar Darwin. Ambas fueron exitosas”, remarca. 

 Y agrega: “Pasaron 40 años, toda una vida, pero para nosotros parece que fue ayer”.

Cuerpo a cuerpo

Entre otras cosas, la toma de las Islas tuvo la particularidad de contar con directivas estrictas de no dañar a ningún habitante de las poblaciones incluyendo a los Royal Marines apostados en la casa del Gobernador. Todavía se pensaba en una negociaciòn. “Mientras nuestros soldados disparaban a los techos, los ingleses tiraban al cuerpo.  En esas circunstancias es que muere el mismo 2 de Abril el capitán Pedro Giachino, primer caído en la guerra”, rememora Zárate.

Además de ser los primeros en pisar suelo malvinense luego de casi 150 años de ocupación británica, el regimiento de Zárate participó en los combates de Pradera del Ganso, entre el 27 y 29 de mayo de 1982. “Los ingleses intentaron 5 veces tomar la colina y fueron repelidos. El 28 de mayo, contraatacamos el batallón de Paracaidistas II en Goose Green”, dice. En dicho combate -afirma Zárate- cae el militar inglés de mayor rango abatido durante el conflicto, el teniente coronel Herbert Jones.

Para Roberto, el conflicto terminaría ese mismo 28 de mayo. Ese día fue tomado prisionero por las fuerzas británicas y de ahí, luego de pasar por Uruguay, comenzaría otra etapa difícil, volver a casa: “Al principio – recuerda – fuimos muy maltratados. Se nos escondió y no se podía hablar del tema Malvinas. Muchos soldados volvieron a sus casas y no tenían trabajo, no tenían de qué vivir. Éramos los locos de la guerra. Hoy la mirada hacia el veterano es otra y estamos mucho más contenidos.” 

Volver

Luego de Malvinas, Roberto continuó su carrera militar. Estuvo con los cascos azules de Naciones Unidas durante el conflicto entre Croacia y Serbia, a mediados de la década del 90. A partir de estas experiencias y de lo vivido en el Atlántico Sur, advierte: “la guerra no trae nada bueno. Todo lo que arrastra es malo. Siempre hay que priorizar el diálogo”.

A cuatro décadas del comienzo del conflicto armado, sostiene que despues de todo, su sentimiento por Malvinas no cambia. “Aunque tenga 70 años y ande con bastón, volvería a ir sin dudarlo”, asegura.