La historia es de mi amigo al que no voy a nombrar porque su gesto es anónimo, como quizás deberían ser todas las acciones que se acercan al sentimiento altruista de tender una mano sin esperar nada.
Sucedió este fin de semana, en el barrio cordobés de Villa Belgrano, que alguna vez fue una zona de casonas y quintas de descanso para la burguesía de la capital. Casas altas, techos a dos aguas, grandes parques con árboles frutales y quintas con todo lo necesario para proveerse de verduras.
El tiempo convirtió esa zona en un barrio más de Córdoba que se “pegó” a la gran ciudad, pero conserva ese encanto vacacional con sus amplios jardines, sus calles angostas, y árboles altos que “dan sombra” casi todo el año.
Sobre la avenida Gauss, pululan bares y restoranes y florece un nuevo polo gastronómico para un área que comenzó a poblarse poco a poco con nuevos vecinos que buscan salir del bullicio sin encerrarse en un country.
Este sábado, mientras mi amigo hacía cosas en la casa, escuchó el timbre después de muchos días de silencio. Tanto hacía que no sonaba que la familia se sorprendió.
Salió a atender y se encontró con un hombre detrás de la verja, parado a dos metros del a reja. Sobre el cordón de la vereda estaba su bicicleta y una escoba. Cuando le preguntó qué necesitaba el hombre, de unos 30 años, respondió:
-Ando buscando si no tiene algo para comer, para mi familia.
Mi amigo le dijo que esperara, que iba armar una bolsa con comida y junto a su mujer comenzaron a buscar entre los alimentos que habían comprado para abastecerse en cuarentena. Arroz, fideos, azúcar, yerba, frutas y carne. Cuando volvieron al jardín de enfrente de su casa vieron que el hombre que les había pedido para comer estaba barriéndoles la vereda poblada de hojas del otoño.
-Les tengo que devolver algo por el favor que me hacen; les dijo y siguió barriendo.
Y les pidió que dejaran las cosas en la bolsa para que él fuera a buscarla después y no estuvieran cerca en ningún momento para prevenir cualquier contagio.
Mi amigo y su mujer se emocionaron porque, tras días de encierro y preocupaciones, alguien les tocó el timbre, les pidió ayuda y, a la vez, les entregó un mensaje de gratitud, un bien que estos tiempos escasea entre quienes quieren ayudar para salir en la foto.
La dignidad de los nadies es el título de una película documental de Pino Solanas. Los nadies, un relato de Eduardo Galeano.
Foto ilustrativa: El Ciudadano del Sur.






