Los primeros viernes de cada mes se llevará a cabo un taller dinámico y experiencial: “Elaborando Duelos”. Organizado por Grupo de Esperanza (Parroquia del Carmen) y coordinado por la Licenciada en Psicología  Soledad Carranza.

El viernes 1° de junio será el primero del taller, en el horario de 18 a 20, en el colegio Remedio de Escalada (IRESM). Allí se dictarán ejercicios para conocer el lugar, lo que se movió interiormente, la comunicación, la experiencia de mirarse y el descubrir y sanar la herida.

La ausencia de un ser querido ha causado, sin dudas, en muchas de las personas heridas o culpas difíciles de sanar. Algunas con el tiempo logran acomodarse aferrándose a la fe, a los familiares, amigos y seres queridos que comparten el presente; en otras ocasiones, por el contrario, la ausencia remota en la depresión, en un pozo sin salida, dejando un vacío interior sin sanar.

El Cura Bernabey se unió junto con Gabriela Millan, Ana Cabanillas y Cristina Sansica para formar un grupo que reconforte el alma y sane la herida ante la perdida de un ser querido (en este caso la de sus hijos).

“Todos sabemos que algún día nos vamos a morir, pero no conocemos ni el día ni la hora ni el cómo, entonces esto nos sorprende y nos deja con un vacío interior, con mucho dolor, a veces con culpa”, explica el Cura Bernabey, y agrega: “La idea es poder encontrarnos para poder ponerle nombre, poder hablar y generar este espacio, más allá de lo religioso, de lo católico o cristiano. Generar un espacio de taller acompañados”

Al taller puede asistir cualquier persona que haya sufrido la pérdida de un ser querido, tanto una mamá como un padre, un hermano, un abuelo, un hijo, o cualquier persona cercana.

Caso Martin Igarza:

“Hace más de 3 años  yo perdí a Martin y estamos juntas con Gabi en este camino, quien perdió a su hija Ayelen. Nos venimos juntando acá hace dos años aproximadamente en el espacio de la parroquia para acompañar a madres que se acercan. Lo hacíamos siempre todos los viernes primeros de cada mes, a veces venían más madres, a veces menos, y también cuando era necesario nos acercábamos a los hogares, ya sea para acompañarlas un tiempo prolongado, menos, o de emergencia, según la situación que se presentara allí estábamos. Siempre hay que renovar las posibilidades ante las distintas situaciones, y nos hemos puesto de acuerdo en elegir un espacio afuera de la parroquia para que sea abierto a toda la comunidad, para que sea un espacio neutral, acompañados por el padre como siempre. Ahora la modalidad va a hacer acompañar a las madres pero a través de esta nueva forma de taller, con una persona especializada, que también ha perdido su hija  y que hace once años se ha especializado en duelos”, explica Ana Cabanillas, mamá de Martín Igarza.

Caso Ayelen Acosta:

“La experiencia personal es buenísima desde una dimensión humana, acercándonos a la gente que está viviendo lo mismo, que uno sabiendo lo que se siente y los momentos del proceso de duelo, la soledad, el enojo y todas las emociones que surgen en esos momentos, podemos ayudar, ya que estamos atravesando este duelo como otros padres abuelos, hermanos, etc.”

“La licenciada Soledad Carranza, es de Córdoba y viene totalmente ad honorem a coordinar estos grupos. Lo hace también en honor a su hija, tras la pérdida de la misma con  tan solo 6 años. De esta manera ella nos va a dar herramientas para trabajar  de la mejor manera posible e ir metabolizando el camino a nivel emocional de la mejor manera posible”, explica Gabriela Millan, madre de Ayelen.

¿Cómo fue que te aferraste a la fe?

“Surgió. Yo digo que yo no lo encontré a Dios, el me encontró a mí con una experiencia tan dolorosa, pero bueno, de un día para el otro la vida te cambia, tenes una familia, hijos estudiantes, trabajadores, y un día surge algo en la vida que te cambia para siempre, y la vida nunca más va a ser lo mismo pero a mí me salvo la dimensión religiosa pero hay muchos otros aspectos a tener en cuenta, y lo importante es tener al lado a gente que sabe lo que sentiste, el dolor inmenso que tenes en el alma, y es por eso la importancia de darle herramientas para transitar esto de la mejor manera posible.

Yo pienso que esta es una tarea muy social, porque hay mucha gente que no podría pagar un tratamiento psicológico de ninguna otra naturaleza, y este dolor no lo puede transitar porque se queda en su casa sin ayuda de ningún tipo.

Somos seres sociales y muchas veces te sentís muy solo, tus amigos no te quieren sacar el tema y te quedas llorando en tu soledad con otro que sabe que tenes un agujero en el estómago, y te sentís reflejado con la historia del otro. Cuando Ana me habla de Martin, yo siento que él está acá, al igual que cuando yo le hablo de Ayelen, y nos entendemos.

Cuando yo recibí el llamado, la vida se me vino abajo. Esto es una bomba que explota en el medio de una familia que genera una ola. Antes de dos años perdí  a los 40 días de Ayelen a un hermano, antes del año a mi papá, y antes de los dos años a mi mamá, porque tan solo se le había muerto un hijo y una nieta. Es muy fuerte lo que desgrana en una familia un accidente así.