Federico Murúa es un músico de Punilla que tras los incendios forestales de la semana pasada en la región, perdió su vivienda en Cuesta Blanca, con la mayor parte de sus pertenencias. Jamás pensó que el fuego pudiera llegar hasta su propiedad, arrasándolo todo.

“Cuando me evacuaron tomé uno de mis instrumentos de trabajo, soy músico y algunas cosas más porque no pensé que mi casa se fuera a quemar, pero cuando volví era pura destrucción”, contó Federico a Carlos Paz Vivo!

El hombre había construido su casa de piedra hace ya un tiempo en el barrio Comechingones, Cuesta Blanca, y la estaba terminando de a poco, con mucho sacrificio.

“Nosotros somos un barrio de Renabap (Registro Nacional de Barrios Populares) que se ha oficializado por la Nación a través del programa del mismo nombre y todas las casas aquí están registradas. Estamos todos haciendo las poseciones de la tierra de forma legal y como lo dice la ley”, aclaró Murúa al brindar su testimonio.

Luego, relató: “ Estoy viviendo en el barrio hace tres años. Tomé este terreno y empecé a construir mi casa con mucho sacrificio después de haber venido de momentos de vida muy difíciles. Todo me costó mucho, fue de a poco y con ayuda de mucha gente. Hubo personas que me regalaron una puerta, una ventana, una mesa, una silla. Con ellos estoy agradecido eternamente y la verdad es que me faltaba todavía para terminar a mi casa”.

Al respecto, Murúa detalló: “Le faltaba terminar el baño todavía. Hacía una semana había instalado la ducha y me estaba bañando con agua fría pero ya estaba instalada. No puedo creer que lo que me costó tres años de tanto esfuerzo se haya ido en un abrir y cerrar de ojos”.

El día del incendio

“Recuerdo que había un viento que viajaba a 50 kilómetros por hora y el fuego crecía. Empezaron a evacuar a la gente de La Rinconada, que es el barrio que está más abajo, estaba más cerca de las llamas. En un momento notamos que los aviones hidrantes pasaban por todo Punilla. Los bomberos no daban abasto”, expresó Murúa sobre el momento que debió abandonar su vivienda.

Y aseguró: “Tomé mi herramienta de trabajo, soy músico, y algunas cosas más, nunca pensé que permitieran que el fuego arrase con todo acá, como lo hizo”.

Luego, brindó detalles de una situación que le llamó la atención y lo enojó: “Se estaba incendiando a mil metros de mi casa y estaban apagando las llamas. Alguien dio la orden de que se retiren, que los bomberos no trabajen más ahí, que no pase más el avión. Se fueron a otro foco. La brigada que estaba combatiendo acá se fue, se retiró, y quedó el fuego bajando por la montaña que está adelante y llegó hasta llegar al basural de Tala Huasi”.

Y siguió: “En el basural frenaron el fuego, pero empezó a bajar por la montaña, por el lado de la ruta y tomó las dos primeras casas que estaban en ese sector, más precarias. Los bomberos llegaron a salvara una casa construida, más grande, las otras quedaron sin poder salvarse, incluida mi casa”.

En relación a su vivienda, Murúa, dijo: “Mi casa está en una calle sin salida en uno de los puntos más extremos del barrio y es difícil acceso, pero hay acceso. Los bomberos tardaron muchísimo en llegar, en bajar hasta ahí y bajaron cuando ya estaba completamente incendiada.”

El músico, manifestó sobre el difícil momento vivido: “Todo fue un caos, estuvimos corriendo de acá para allá ayudando vecinos a desocupar, a sacar las cosas de su casa, tratando de ayudar, de contener, de hacer una planificación para contener el fuego. Después de que se quemó mi casa se había logrado contener el fuego, pero quedaron muchísimos focos prendidos, muchísimos troncos, brasas y entonces con los vecinos estuvimos casi toda la noche en alarma por eso, controlando el terreno y alrededores, por turnos”.

“Me cuesta creer que haya sido un bobo queriendo hacer un café”

Finalmente, Murúa expresó su postura respecto al inicio del incendio: “Me cuesta creer que haya sido un bobo queriendo hacer un café el que inició todo esto. Toda esta zona tiene una historia muy particular en torno a los especuladores inmobiliarios. Hay una familia adinerada que tomó alrededor de 300 hectáreas en la época de la Dictadura como forma de intercambio de tierras que ellos cedieron en su momento al gobierno de facto, acá en Córdoba. Esta familia tuvo una empresa que después siguió de diferentes maneras y realizó transacciones inmobiliarias ilegales. Se sigue haciendo y para eso, siempre la idea es tratar de sacar y maltratar a los que hemos ocupado la tierra pacíficamente, según estipula la ley”.