El festival de rock culminó con dos días llenos de las más diversas edades y corrientes musicales. El aguante a todo – las lluvias, lloviznas, frío, viento, el barro-  hizo una vez más que el Cosquín siga con intenciones de repetir (uno imagina que de manera infinita) esta fiesta una de las más importantes del continente americano.

Sábado y domingo. Esta vez los días se acortaron, pero el propio organizador, José Palazzo, había dicho de antemano que eran dos fechas comprimidas, que tranquilamente se podría haber hecho en tres si hubiera estado bien.

Carlos es de Comodoro Rivadavia y dice que es su octavo festival. Fue al escenario temático del domingo, donde el rock pesado o hard rock, se hizo protagonista y desfilaron las chaquetas de cuero, las crestas, tachas, las cabezas agitando de abajo hacia arriba y las manos levantadas haciendo cuernitos. “Es lo mejor que hay, es infaltable estar acá. Es uno de los mejores festivales que pude ir. Cada kilómetro vale la pena”, grita Carlos mientras Los Antiguos hacen su perfomance demoledora en el escenario.

Ya con 18 años, el Cosquín Rock es mayor de edad. Eso implica que cada paso en falso sale a la luz y hay cosas favorables que hacen que cada año la cuota de innovación aparezca. Este año con el regreso de Los Ratones Paranoicos y las apuestas internacionales: Creedence , The Offpring, Residente.

Hay banderas de Uruguay. La pasión por la Vela Puerca tiene una conexión íntima con los coterraneos pasando el Paraná. Ya las banderas son conocidas, cada vez que toca el “Enano” y el “Cebolla” el trapo con el ícono de la banda y alguna bandera uruguaya en el largo tejido de tela. Ludmila es de Montevideo y comenta que es una cita obligada cada vez que suena la Vela. “Es la excusa perfecta para seguir uniendo esta loca y hermosa pasión”, dice.

Las carpas te surmegen en otro mundo, el escenario temático con el Reggae y el Hard Rock, el Cba X y el escenario plagado de bandas cordobesas, la Feria Ají. Siempre hay renovación y nuevas apuestas en el amplio predio de Santa María de Punilla.

“Hay de todos y para todos. Esta bueno que le den lugar a nuestras bandas, hay bandas muy interesantes en Córdoba”, afirma Ludmila contenta porque pudo ver Mal Paso y Los Cocacoleros.

Los pilotos y los paraguas. Padres, hijos, hijas, todos juntos caminando por el predio armando su propia grilla. Caminando, siempre caminando, buscando que hay para ver o que hay para hacer. Los bluseros en la casita dedicada a ellos, el Quilmes Garage, el Geiser, la muestra de fotos de Charly, Un tatuaje por una sonrisa, peluquería, los chicos de deportes extremos de la Agencia Córdoba Deportes; las propuestas sobraron.

Salvo la presentación de Las Pastillas del Abuelo, suspendido por la torrencial lluvia del sábado, al evento nada lo detiene, ni los pronósticos, ni el barro. Y ya es una fecha instalada en el calendario de argentinos, uruguayos, chilenos, colombianos, de toda Sudamérica. Un lugar para conocer y que es una cita infaltable, por lo menos una vez, para los amantes de la música, de todo tipo, porque el rock es una sana excusa.