Con cantitos, coreos y con el humor siempre arriba, la peatonal de Villa Carlos Paz los tiene como protagonistas de sus performances para atraer turistas a las mesas de los bares a los que publicitan.

Son los “llamadores” que trabajan para restaurantes que les pagan comiciones por cada mesa que ayudan a ocupar y también por hora de trabajo.

Se reparten espacio en las cuadras de 9 de Julio y General Paz, en el microcentro de Carlos Paz, y si bien cada uno intenta llevar “agua para su molino” se conocen entre ellos y a veces van cambiando de comercio según la paga.  A veces, también, se producen discusiones por algún cliente que uno le arrebató al otro, pero en estos tiempos reina la calma en la peatonal de la villa.

“El llamador tiene que tener una energía total. Tiene que tener una onda que no se cae, por más que los turistas anden con cara de culo, que  a veces pasa. Hay chicos que son más tranquilos y otros que somos más enérgicos”, relata Esteban, “llamador” del resto Gypsi, ubicado sobre Lisandro de la Torre.

“Soy un llamador. Mi trabajo se basa en tratar de llamar la mayor cantidad posible la atención para que la gente vaya a mi negocio”, expresó Santi, que trabaja para un negocio de venta de papas.

Santi hace una performance en el corte del tránsito y es uno de los llamadores más bulliciosos del centro.

La noche es larga y los pibes que se dedican a este oficio, que no es nuevo pero sí genera un atractivo especial, suelen comer lo que les dan en sus propios trabajos.

A veces trabajan doble turno, mediodía y noche, y consiguen unos pesos extras.

Santiago trabaja para otro restaurante que está en una de las cuadras laterales del centro. “Se gana bastante bien, se labura unas cuantas horas pero vale la pena”, dice y apunta que no hay problemas con los demás laburantes de este oficio novedoso.

“Somos todos compañeros, todos estamos trabajando y queremos ganarnos el mango”, asegura.