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César Cravero, el carpintero cordobés que se hizo amigo del Papa: “Cuando escuché su voz al teléfono no lo podía creer”

César Cravero, carpintero que le envió al Papa un perchero de regalo.

“Fue la alegría más grande de mi vida. Cuando escuché la voz del papa Francisco pensé que era una broma, me temblaban las piernas. No era broma, era él que me agradecía el perchero que le envié de regalo al Vaticano y me hablaba de la carta que una vez le escribí“, contó a Carlos Paz Vivo! con emoción, César Cravero, de 77 años, un carpintero nacido en Córdoba que pasó gran parte de su vida San Jorge, Santa Fe y quien tiene una hija que hoy vive en Villa Carlos Paz.

La llamada del papa Francisco fue para él “la alegría más grande de la vida”, según manifestó. El sumo pontífice lo llamó recientemente desde su residencia de Santa Marta para agradecerle el perchero que César le envió en noviembre de 2021. Además, para que el hombre pudiera contarle a todos sobre su llamada y le creyeran, le hizo llegar una encomienda con dos rosarios bendecidos, libros y fotos sobre la labor de la Iglesia católica en el mundo y una postal que decía: “Tal como hablamos por teléfono días antes, le agradezco mucho el perchero, que Dios lo bendiga”.

Admiración y amistad

Cravero, quien es admirador del Papa desde que conoció en profundidad sobre su vida, gracias a una biografía autorizada que le regalaron sobre él: “El Jesuita. La historia del Papa argentino” de Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, comentó además que la primera comunicación directa que tuvo con Francisco Bergoglio fue tras una carta que se animó a escribirle en el año 2014.

Hay anécdotas del libro sobre él que me impactaron, como cuando a los 10 años le dijo a una nena que dibuje una casita si se quería casar con él. Si no lo hacía, se convertiría en cura. O bien, cuando a los 17 años, iba a ir a la fiesta del estudiante, pasó antes frente a una Iglesia, escuchó una voz que le decía que debía confesarse, lo hizo, y ese día decidió ser sacerdote. Por supuesto, no fue a la fiesta”, relató César entre risas.

Además, destacó que el llamado de la vocación de Francisco fue tan grande que no le importó ni la opinión de su madre. “La mamá quería que él estudie arquitectura y cuando se enteró que iba a ser cura no lo acompañó el día que se fue de su casa para empezar a formarse”, destacó el carpintero.

La carta, el primer acercamiento a Francisco

“En la primera carta que le escribí, le solicité entre otras cosas si se podía organizar todos los años un encuentro para personas mayores de edad, como el que se organiza año tras año para la juventud en diferentes lugares del mundo y hasta me animé a pedirle que se hiciera en San Jorge, Santa Fe, donde vivo”, recordó César sobre aquella misiva donde se presentaba ante el Papa.

Tiempo después, Francisco le contestó la carta, donde además de contestar sus peticiones, le daba la bendición y le pedía que “rece por él”, su frase característica.

En cuanto a cómo surgió la idea de enviarle un perchero, Cravero comentó que ocurrió un 19 de marzo, Día de San José, fecha en que todos los carpinteros se reúnen en San Jorge, como en otras parte del país, para celebrar el oficio.

“Encontré una madera de pinotea muy linda y me puse a hacerlo, el 5 de noviembre de 2021 se lo envié a Francisco sin saber si iba a tener respuesta o no, y su llamado fue increíble. Le doy una copia de la postal que me envió (donde él habla de esa llamada) a personas queridas o gente que se interesa por esto tan maravilloso que me pasó en la vida”, manifestó Cravero, quien trabajó durante 51 años en una gran empresa que fabrica harina y fideos; la mayor parte de los años, ejerciendo el oficio de José, padre de Jesús.

“Para un católico, para un creyente, esto que me pasó es digno de contar, una bendición de la vida”, expresó César con la promesa que entregar personalmente, una copia de la postal del papa Francisco, donde le agradece el perchero de madera, contruído “para colgar sus gorros”.

“Me dijo por teléfono cómo se llama el gorro que usa siempre, pero de la emoción no lo retuve”, concluyó el carpintero, quien una vez más, pudo narrar su historia de esperanza, gratitud y pequeños milagros.