El Proyecto Arqueológico Punilla Sur comenzó en 2018 con la intención de seguir descubriendo y explorando los sitios arqueológicos de la zona y de esa manera contribuir al conocimiento y preservación en el área.

Cuenta con financiamiento del Conicet y un equipo de trabajo conformado por arqueólogos y estudiantes de antropología.

Desde 2018 a la actualidad, se hicieron importantes hallazgos e investigaciones. Entre ellos, se descubrió “la localidad arqueológica” Huaycondo en el ejido de Villa Carlos Paz.

Impacto arqueológico

El equipo fue convocado para realizar el primer estudio de impacto arqueológico de Córdoba en relación a la obra de cloacas que se lleva adelante en la región y que es clave para el saneamiento del lago San Roque.

Carlos Paz Vivo! entrevistó a Gisela Sario, investigadora a cargo del proyecto, quien además dirige el área científica del Museo Numba Charava de Carlos Paz.

“Durante muchos años hubo otros arqueólogos y arqueólogas trabajando en esta zona, pero no estaban muy enfocados en este territorio. Como vivo en Villa Icho Cruz hace varios años, decidí comenzar con un proyecto arqueológico en la zona”, expresó.

“Somos un equipo de trabajo conformado también por dos becarias de Conicet y tenemos estudiantes de Antropología y mucha gente que también colabora, que son investigadores y aficionados a la arqueología”, detalló la investigadora.

Un hallazgo compartido

Uno de los trabajos de investigación que realizaron lo compartieron con la comunidad, esto fue en 2019, antes de la pandemia por Covid-19.

“Hicimos una excavación en el año 2019 que fue bastante grande, abrimos una superficie  de 25 metros cuadrados. Allí trabajamos muy lentamente con cucharines, con pinceles.  Nos interesa tratar de entender el contexto donde se realizan los hallazgos arqueológicos, no hacemos solamente foco en éstos”, explicó Sario sobre uno de los hitos del grupo.

Según la investigadora, se encontraron puntas de proyectil de piedra, fragmentos de cerámica, restos faunísticos de lo que se consumió en una determinada época, carbones que fueron parte de los fogones que se hicieron hace más de 500 años, para ya sea para calentarse o para cocinar.

“De todo lo que encontramos hicimos un registro muy detallado y claro, para tener una visión más acabada de cómo vivían en el pasado los habitantes nativos de nuestras tierras”, añadió Sario.

En esa excavación del 2019, que fue justo antes de la pandemia, el equipo de expertos pudo invitar a mucha gente de la comunidad, se acercó a participar mucha gente de San Antonio Arredondo, de Icho Cruz, de Carlos Paz y de Mayú Sumaj,  incluso  gente que nunca había trabajado con arqueólogos y antropólogos.

“Tuvimos la suerte de repetir la experiencia del 2019 en 2021. Hicimos dos excavaciones más en el mismo lugar. Una fue en abril, no pudimos invitar a mucha gente porque todavía estaba todas las cuestiones del protocolo por Covid, y otra que hicimos en septiembre del 2021. En esa oportunidad se acercó la escuela primaria de Icho Cruz Mercedes de Balcarce”, comentó.

Sitio arqueológico en Carlos Paz

Sario manifestó que uno de los hallazgos arqueológicos más relevantes que hicieron es el sitio ubicado en el nuevo ejido urbano de Carlos Paz: se trata de la localidad arqueológica Huaycondo, lugar cerca de Mayu Sumaj.

Hay que aclarar que la palabra localidad se usa en arqueología para designar una serie de sitios arqueológicos.

“Creemos que es el último de los poblados nativo que todavía se ha preservado , porque una de las cuestiones es que en todo el departamento de Punilla hay una gran urbanización y ésto atenta contra su preservación. Por esta razón, muchos de estos sitios arqueológicos han desaparecido”, aseveró la investigadora.

“Es un sitio que toda la gente del lugar ya conocía desde hace muchos años. Muchos sabían que allí había restos arqueológicos y le llamaban el Cementerio de los indios“, dado que hace muchos años también se habían encontrado esqueletos de restos humanos”.

Sario comentó que incluso uno de los aficionados a la arqueología los llevó hasta el lugar. “Empezamos a excavar y estamos obteniendo resultados muy interesantes. Hemos podido recuperar, por ejemplo, figurinas antropomorfas, zoomorfas, de cerámica, de lo que serían las vasijas, puntas de proyectil que se usaban para tirar con algo y flecha”.

Material del año 1.380 DC

Los investigadores obtuvieron el primer fechado radiocarbónico para el sitio. Esto se trata de un método de datación radiométrica que utiliza el isótopo radioactivo carbono-14 (14C) para determinar la edad de materiales que contienen carbono hasta unos 50 000 años.

Gracias a ese fechado, pudieron saber que los hallazgos del lugar tienen una antigüedad de alrededor de 550 años antes del presente.

“Estamos hablando del año 1.380, o sea, unos 100 o 200 años antes de que se establecieran los primeros colonos en nuestro territorio”, indicó Sario.

Arqueología pública

Por otro lado, el equipo de especialistas desarrolla una línea de trabajo que se denomina arqueología pública, que busca trabajar con gente de la comunidad, ya sea de la comunidad educativa, de los pueblos originarios, etc.

Al respecto, la investigadora comentó. “Una de las ideas que tuvimos fue gracias a la intervención de una de las estudiantes de Antropología que tenemos en el grupo, que no quería hacer arqueología clásica, sino abocarse a un trabajo que tuviera que ver con acercarse a la gente. Entonces surgió la investigación en la escuela primaria de Icho Cruz, con los niños de cuarto grado, a quienes les tocaba vede los Comechingones.

“La comunidad Ticas fue la que colaboró en este proyecto. Nosotros los invitamos a ellos para que hagan un videito corto donde mostraran su forma de vida en la actualidad, sus tradiciones, costumbres, etc. Ellos lo hicieron y lo difundimos en la escuela, a los chicos de cuarto grado. Ahí pudimos sacar un montón de cosas interesantes y ellos pudieron aprender y nosotros también, junto a los chicos. De esa manera, reconstruimos saberes con la comunidad en forma conjunta”.

Sobre esto último agregó: “O sea, ellos nos enseñan a nosotros y nosotros tomamos lo que ellos piensan y reconstruimos saberes y nuevos conocimientos, o recuperamos saberes perdidos. Todos aprendemos”.

En relación al trabajo con los niños y niñas de la escuela, la arqueóloga sostiene que los chicos saben mucho, más de lo que se cree. “Conocen lo que se encuentra en los ríos, muchos reconocen morteros, que es algo tan característico de esta zona del sur de Punilla, entre otras cosas”, dijo Sario.

Luego destacó que llamó la atención que muchos alumnos desconocían que aún existieran comunidades que descienden de los primeros pobladores, como la comunidad Ticas, pero que sin embargo, sabían de “algún pariente o algún antepasado de un indígena: una abuela, un abuelo que eran descendientes”.

Cómo vivían nuestros antepasados

Cómo vivían los antepasados de estas tierras es justamente lo que motivó y lleva a los arqueólogos a investigar y tratar de acercarse lo más posible, a información y conocimiento que de cuenta de cómo vivía la gente en el pasado, antes de la llegada de los españoles.

“Esa es la motivación clave, pero cabe aclarar que la arqueología al ser una ciencia, una disciplina científica,  nosotros no podemos decir nada sin comprobar, o sea todo lo que nosotros proponemos y decimos, tiene que estar contrastado a través de la observación, a través de la experimentación”, manifestó Sario y aclaró: “Hay un montón de saberes valiosos que no son científicos, pero en nuestro caso investigamos, observamos, comprobamos, y luego, difundimos y divulgamos los conocimientos adquiridos”.

Los principales desafíos 

Uno de los mayores desafíos que tiene hoy Proyecto Arqueológico Punilla Sur es el difícil ingreso a diferentes lugares para poder investigar.

“El mayor problema que tenemos es ingresar a los campos de toda la zona de sur de Punilla y sobre todo la parte que no está urbanizada, la zona de Copina, alguna zona de Cabalango, Los Gigantes, la Pampa de Achala”, dijo la investigadora.

“Es muy difícil poder acceder a los campos porque, justamente, nuestro trabajo tiene que ser de manera legal. Tenemos que sacar un permiso para que nos otorga Patrimonio de la Provincia , pero además tenemos que tener seguros de la Universidad Nacional de Córdoba, del Conicet”, remarcó.

Y añadió: “Necesitamos el aval del propietario del campo. Entonces, lamentablemente, no podemos acceder a los propietarios muchas veces, por lo que nos queda gran parte del área de estudios sin poder investigar”.

Hay quienes tienen temor de que los investigadores entren a los campos a hacer su labor por diferentes motivos, y además, hay sitios arqueológicos que ya se perdieron al urbanizar sin realizar estudios previos para evitar la destrucción de los mismos.

Obras de cloacas: primer estudio de impacto arqueológico en Punilla

Sario destacó como un punto “muy positivo”, que en este momento, en Córdoba se esté realizando el primer estudio de impacto arqueológico en el sur de Punilla, debido a la obra de cloacas.

”Es una obra bastante grande que abarca unos 11 kilómetros desde Carlos Paz hasta Cuesta Blanca. Que nos convoquen para que trabajemos para nosotros fue realmente una gran ventaja, porque fue la primera vez que la provincia de Córdoba le pidió a la empresa que contrataran a arqueólogos, para garantizar la preservación del patrimonio arqueológico”, remarcó Sario animada.

Sobre el trabajo que efectúan los arqueólogos, detalló: “ Al estar trabajando y moviendo tierra constantemente con las máquinas, está siempre la posibilidad de que pueda aparecer algo. Entonces, hace varios meses que nosotros venimos monitoreando este trabajo”.

Sario aseveró que hasta el momento no se realizó ningún hallazgo arqueológico en una obra que tiene un avance de aproximadamente un 70% en la actualidad.

Descubriendo Huaycondo

Una de las cuestiones que descubrieron es que los habitantes nativos no construían casas permanentes de piedra a pesar de todo el material que existía en la zona, dado que se movían mucho de sector según las necesidades.

“Ellos eran diferentes a nosotros, eran personas que se movían todo el tiempo, o sea, no se asentaban durante años en un lugar. No hacían una gran inversión en la elaboración de una casa, eso es algo importante que entendimos”, reveló la arqueóloga y añadió: “Eran casas techadas que seguramente tendrían cueros o  vegetación pero sin piedra. Incluso hasta pudimos saber cómo era la forma de las casas”.

Por último, Sario, explicó: “Creemos que se movían entonces mucho, entonces invertían tanto tiempo en hacer una casa. Estaban unos meses en un lugar y después se trasladaban a otro lugar y eso tiene que ver mucho con los recursos que iban encontrando. Tenían un tipo de vida basado en la horticultura,ya estaban domesticando plantas, sobre todo maíz, pero también no dejaron de recolectar frutos y no dejaron de cazar”.

Después, sumó: “Encontramos también muchos elementos de lo que serían las prácticas de la talla, o sea, la fabricación de instrumentos de piedra y de puntas de proyectil; por lo tanto tenían un modo de vida mixta que los llevaba de aquí para allá. Esto no lo digo solo yo, sino también otros investigadores.”

Los habitantes nativos cazaban y recolectaban, pero también domesticaban, por eso es que no se asentaban en un determinado lugar. Un tiempo vivían en el valle y después se trasladaban algunos kilómetros hacia otro sector y luego hacia otro.

“Aquí no encontramos ningún vestigio que nos permita hablar de sedentarismo que serían, por ejemplo las casas de piedra, pozos de almacenamiento o terrazas de cultivo tan características del noroeste argentino. Acá la gente se movía mucho”, finalizó la arqueóloga.

Continúan investigando sobre los antiguos pobladores de la cuenca del Río San Antonio