Darío Conforti es el papá de Irina. También es conocido por ser un hombre de los medios y de la publicidad pero él se presenta como padre de Irina y de María Macarena.

Irina tiene 20 años, nació con síndrome de down y es una apasionada por el deporte. Es nadadora, forma parte del grupo Despertar y del equipo oficial de la Municipalidad de Carlos Paz. Compitió en todo el país y también en Colombia y Uruguay.

Este miércoles se celebra el día mundial del síndrome de down, para crear conciencia y potenciar la integración a la sociedad.

El camino de Irina

“Irina tiene la suerte de haberse encontrado con una profesora (Verónica Monella) que descubrió que la natación era su conexión con el mundo y su destaque. Vivimos con una chica de 20 años que tiene síndrome de down, no lo sufre ni lo padece”, advierte Darío quien utiliza su perfil de Facebook casi exclusivamente para mostrar los logros de sus hijas.

“Afortunadamente, hoy podemos decir que está integrada: nos falta muchísimo como familia y a la sociedad también. Pero hay que destacar que ha competido en el equipo de la profesora Verónica Monella, tuvo la posibilidad de viajar a Colombia, a Punta del Este, participó en Olimpiadas”, relata el papá, orgulloso.

Darío y sus dos hijas, Irina y Macarena.

Hace unos meses falleció su mamá, María Indiana, y se abrió un nuevo universo. “Ella vivía con la madre, su hermana, su abuela y su perra. Dos casas, dos hogares. Con la mamá estábamos separados, en buena relación. Por esas cuestiones que tiene la vida, la mamá murió. Cambió el escenario y comenzó otra historia”, relata Conforti.

En ese nuevo mundo que se abrió por el dolor de una partida inesperada, se da una fuerte unión entre la familia que quedó: “Los cuatro colaboramos en la medida que podemos. Cambió el equipo y los puestos de trabajo de cada uno”, dice Darío que habla de los roles que cada uno ocupa en esta nueva realidad: sus hijas Irina y Macarena, la abuela de ambas, Sonia Teresa Peñalba y él, asumieron el desafío de enfrentar las cosas mirando hacia adelante.

“Yo no sabía cómo funcionaba un lavarropas: Valoro mucho la labor de la mujer, de la madre, de lo que dejó para conmigo. Es como que me dijo: Esto es lo mejor que te dejé”, dice Darío.

Sin límites

“Su límite es el cielo”, asegura Darío a quien no le alcanzan las palabras para poner en su voz todo lo que significan los pasos que va dando Irina.

“Este día sirve para concientizar, para saber qué es el síndrome de down, que no es contagioso, que no tenemos que tenerle miedo, que los chicos se pueden integrar. La experiencia de Albergo Ético demuestra todo lo que pueden hacer. Nuestra generación nos llevó a ver y a encontrar a chicos cuyas familias los tenían resguardados en los patios de las casas. Hay una necesidad de romper el miedo”, asegura y deja abierta una puerta para que la sociedad crezca aprendiendo de personas cuyo mejor atributo es el amor desinteresado.

Hay equipo: La profe Vero Monella junto a Irina y sus compañeros del grupo Despertar.