Emir Torrealba maneja un taxi en Carlos Paz. Su acento delata que no es de aquí y eso casi siempre despierta la curiosidad de los pasajeros. “Soy venezolano”, dice y la frase hace que sea inevitable hablar de la situación de su país. Durante la semana que pasó Venezuela volvió al centro de la atención internacional: el presidente de la Asamblea, Juan Guaido se proclamó algo así como presidente provisorio mientras Nicolás Maduro mantiene su puesto con el apoyo del Ejército y países como la poderosa China.

Mientras maneja el taxi por avenida San Martín hacia el centro, Emir no oculta su pena acobijada por la esperanza de que todo se resuelva pronto.

“Es raro lo que está sucediendo pero sabemos que el gobierno actual es ilegítimo porque no fue nombrado por la Asamblea Nacional”, dice Emir. “Vamos a esperar para ver cómo se resuelve todo, esperamos que sea sin violencia y en paz porque ya hemos sufrido demasiado con muchas muertes”, agrega.

Emir es de Escuque, una ciudad ubicada en el estado de Trujillo, enclavada en una zona de sierras y mucho verde.

Hace dos años y tres meses llegó a Carlos Paz en busca de una vida más tranquila.  “Se extraña mucho a la familia y hablamos por videollamada y mi familia estuvo llorando porque se vive una alegría contenida porque se ve una luz al final del túnel”, dice mientras maneja su taxi en Carlos Paz.

“Son emociones encontradas y sabemos que habrá una salida pronto que esperamos sea pacífica. Espero que el gobierno reconozca que no hay otra solución, que no queremos más muerte, más hambre, más falta de medicina”, acota.

Emir agradece el lugar que encontró en Carlos Paz para vivir con su familia, compuesta por su mujer y su hija de 5 años.

“Me vine por una situación totalmente complicada, con escasos recursos en ese tiempo y hoy está todavía más precaria”, afirma y señala: “Aquí me tendieron la mano y estoy muy agradecido”.

La expectativa de Ángel

Ángel Mirabal llegó a Carlos Paz el año pasado después de casarse con su mujer y emprender el viaje de sus vidas. Trabaja en negocios del centro de la ciudad y hace poquito fue noticia porque le robaron la bicicleta que logró comprarse con mucho esfuerzo.

Ángel nunca oculta su sonrisa y su actitud es la de quien guarda esperanza en que el futuro será mejor.

Ángel y su esposa: a pocos días de llegar a Carlos Paz vendían golosinas venezolanas para subsistir.

“La situación es insostenible. Tenemos escasez y lo que se gana sirve para comer un día al mes”, dice Ángel que agrega: “Lo poco que uno puede enviar a los familiares no alcanza para nada”.

Ángel no pierde la fe en un futuro de paz y armonía en su país. “Vamos a recuperar a Venezuela, no será hoy, será tal vez mañana, pero vamos a recuperar el país”, exclama.