Ángel y su esposa: a pocos días de llegar a Carlos Paz vendían golosinas venezolanas para subsistir.

Ángel Mirabal y Carli Rondo tienen 22 años y son venezolanos. Se casaron hace un mes en su país y hace 15 decidieron viajar a la Argentina a probar suerte ante la situación “insostenible” que se viven en su tierra.

A Ángel, la campera con los colores de la bandera de su país lo identifica desde lejos. Y junto a Carli, salió por las calles del centro a vender golosinas y chocolates venezolanos para comenzar a juntar algo de dinero que les ayude con las necesidades mínimas. ”

La idea de casarse surgió, además de por el amor que se tienen, por la situación que vivían “Nos casamos para venir a Argentina y vamos a formar aquí nuestra familia si es posible y todo nos va bien”, dice Ángel.

En Venezuela, el joven marido era chofer de transporte y estudiante de Ingeniería Mecánica. Carli estaba en 4° año de Odontología. “No pudimos culminar nuestras carreras por la situación de Venezuela, porque está todo muy grave, muy costoso”, dice.

La pareja proviene de la ciudad de Anzoategui, en 525 kilómetros de Caracas .

“Decidimos entre ella y yo venirnos a vivir aquí y así ayudamos y mandamos a nuestros familiares”, advierte Ángel que cuenta:”Estamos vendiendo chocolates venezolanos, y lo bueno es que a la gente que lo ha probado le ha encantado. Estamos tratando de buscar un empleo para poder estabilizarnos por la cuestión de la residencia, porque estamos en una residencia y tenemos muchos gastos”.

El viaje desde su país hasta Carlos Paz fue mitad en bus y mitad en avión.

Carli dice que se le hace difícil el desapego de su familia: ” Es muy duro dejar a nuestra familia”, asegura y Ángel completa: “Creo que lo más difícil de emigrar de los venezolanos es eso dejar a nuestra familia. Me ha costado mucho, todavía recuerdo a mi papá y mi mamá y me pega mucho, los extraño demasiado. Porque es difícil que de estar unidos y por la situación que estamos pasando tener que dejarlos”.