Todo comenzó cuando arrancó la cuarentena. Y cuando el anuncio presidencial del decreto Aislamiento Social Obligatorio parecía algo rarísimo, no tenía precedentes, y casi nadie sabía hasta cuándo iba a mantenernos dentro de nuestras casas.

Tras un marzo con el transporte urbano e interurbano con baja recaudación por el inicio de la pandemia, los choques entre el gremio que nuclea a los trabajadores, AOITA, y los empresarios, no tardaron en llegar.

Y el sindicato decidió arrancar con una medida de fuerza que pareció caer como anillo al dedo para frenar la movilidad social de una ciudad a otra y, de esa manera, detener los posibles contagios. La diferencia en el monto de los sueldos que reciben los choferes motivó que la medida de fuerza se prolongara en el tiempo sin que hubiera muchas objeciones, tras reuniones entre las partes que no llegaron a ningún puerto.

Tras más de 100 días de paro, los más perjudicados son los usuarios que no tienen forma de llegar a sus trabajos y tienen que afrontar montos inalcanzables para sus finanzas para moverse por otros medios y llegar a centros de salud, buscar a sus hijos que viven en localidades vecinas o hacer trámites de diverso tipo.

La Terminal de Carlos Paz es una muestra clara de lo que está sucediendo y cualquier imagen que se tome de ella se asemeja a la que ofrecen las películas de ciencia ficción que hablan de un futuro caótico, de un planeta con escasos habitantes. Hay quienes decidieron usar las dársenas donde van los colectivos como estacionamientos de sus autos ofreciendo una imagen todavía más rara.

Los locales comerciales que decidieron seguir abriendo sus puertas son dos o tres. El bar, la quiniela y uno o dos kioscos, según el día. Así, el paro de transporte repercute también en otras fuentes de trabajo.

“No viene nadie, abro por abrir”, dijo uno de los locatarios que habló con Carlos Paz Vivo!

Llegar de cualquier forma

Apelan a amigos, vecinos, hacen causa común para llegar a sus trabajos de cualquier modo y también hacen frente a pagos de transporte en autos, remises o taxis que no son acordes con su situación económica. Los trabajadores que siguen yendo a sus puestos laborales hacen lo “imposible” para llegar.

Lo cierto es que el paro de transporte urbano de la capital cordobesa, que llevan adelante desde otro gremio, UTA, parece llevarse todas las miradas en la provincia.

Pero en el interior siguen sucediendo cosas impensadas hasta hace poco tiempo y llevan a creer que la pandemia de coronavirus detuvo, además, otros mecanismos en la forma de observar la realidad que, por ciento, siempre es nueva, aunque recién ahora nos lo parezca.

Y lo que provoca aún más incertidumbre en los usuarios del transporte es no saber hasta cuándo seguirá este parate en sus vidas.