VAR: todo lo que el fútbol toca, se rompe

Por Walter Tortone. El asistente tecnológico que tienen los árbitros fue la gran figura del encuentro entre Argentina y Paraguay, que terminó con marcador final en un gol por lado. Sin embargo, en todos los partidos, hasta en los que no existen situaciones necesarias para su utilización, detienen el juego un momento para mostrar el “sistema”, mal utilizado, obsoleto en cada partido.

Ver hoy un partido de tenis (podría ser cualquier deporte, en su mejor nivel) es una “exquisitura”. Permítanme ‘crear’ ese término. Sería algo así como una sublime cultura de la disciplina moderna. Repeticiones constantes, 20 ángulos diferentes, cámara lenta, derrapes en el polvo, challenges al instante, tensión. Algo que audiovisualmente es considerado exquisito y de ello se hizo una cultura del buen e innovador trabajo. Toda la tecnología posible es aplicada a la búsqueda del más fiel respeto al reglamento del JUEGO en cada acción.

Pero en el fútbol no pasa eso. Todas las cámaras usadas -desde siempre- para el show ahora están a disposición del objetivo principal, la justicia deportiva y cuando ves un partido de fútbol sudamericano de alto nivel, terminás indignado.

Si el reglamento del fútbol dice que es penal toda mano dentro del área, siempre que esté despegada del cuerpo, ¿por qué el árbitro no sancionó lo que correspondía en la ‘mano de Otamendi’? La invasión en el penal paraguayo, ¿acaso no está penada? Romero fracturando a Palacios. Son muchos detalles que se contradicen.

La frutilla del postre, el gol -desahogador- de Messi, anulado. Toda la construcción colectiva de la jugada y los despliegues técnicos y tácticos del equipo durante casi medio minuto que derivaron al gol fueron desechados por una existente falta que debiera haberse obviado si no fue penada en el momento. Eso sería justicia deportiva. Pero no sucedió. Como en casi todos los partidos.

Si el VAR no será un canal de consulta del árbitro principal del partido para dirimir alguna duda y, en cambio, será quien juzgue el trabajo de campo del juez, se rompe toda lógica. ¿Para qué ocho ojos ‘capacitados’ en una cancha si tenemos cuatro veces más cámaras disponibles?

Podría haber ganado Argentina 2-1. Paraguay podría haberse puesto 2-0 y -casi- partido liquidado. El resultado supuesto queda en segundo plano. Lo real, es que algún responsable debe sentarse y, reglamento en mano, decidir: mostrar el “nuevo juguete” del momento sin utilizarlo como corresponde o aprovechar la mejor herramienta posible para que el fútbol no pierda su encanto. Si continúa e nla cima la primera opción, comprobaremos que todo lo que toca el fútbol, se rompe.