A partir del 1° de enero de 2019 el ultraderechista Jair Bolsonaro será el nuevo presidente de la República Federativa de Brasil. 58 millones de brasileños decidieron, en el segundo turno, darle la oportunidad al ex diputado de la ciudad de Río de Janeiro.
De perfil polémico, personalidad combativa y acérrimo rival de la izquierda; Jair Messias Bolsonaro (63 años) ex capitán militar, ex vereador y diputado de la ciudad de Rí de Janeiro será quién dirigirá el país más importante de la región en los próximos años.
Muchos son los motivos que llevaron a que los brasileños giren de forma tan abrupta hacia la derecha en esta última elección. La izquierda, que dominó en los últimos años el escenario político, se vio envuelta en masivos escándalos de corrupción y perdió el apoyo de la sociedad. El ex presidente Lula, hoy preso en Curitiba; la ex presidenta Dilma Rousseff, que fue removida de la presidencia mediante el impeachment y el mundialmente conocido Lava Jato, fueron la bandera de lucha de Bolsonaro.
Ni siquiera necesitó participar de los debates televisivos, medida que adoptó luego de un pedido médico tras ser apuñalado en un acto de campaña. Otro de los puntos clave de su estrategia fue mediante una fuerte inserción en las redes sociales y algunas entrevistas personales en los medios más importantes. Todo ese combo sirvió para atraer a más del 50% del electorado.

Una cuestión de regiones

Solamente el nordeste del país -zona con menos recursos- fue el fiel aliado que le dio esperanzas al profesor Fernando Haddad del Partido de los Trabajadores. En el primero y segundo turno los estados del nordeste (Alagoas, Bahía, Ceará, Maranhão, Paraíba, Pernambuco, Piauí, Rio Grande do Norte y Sergipe) demostraron un masivo apoyo al candidato del PT que nunca logró ganarse a los electores de las demás regiones.
Por otro lado, la región sur y sudeste, donde se concentran los estados más ricos del país, optaron por apoyar a Bolsonaro.

El desafío será unir

En la calle, en las redes sociales, en los almuerzos familiares el tema de conversación en los últimos meses fueron las elecciones. La sociedad se dividió y el “voto-bronca” también estuvo presente. Votar en contra de uno para no tener al otro, sin importar quién es ese otro. Tanto fue esto que de lo que menos se habló en las campañas políticas fue de medidas y propuestas para el pueblo.
Es mucha la incertidumbre y el miedo, pero al mismo tiempo también es mucho el hartazgo y rechazo a un sistema gastado y pisoteado. Comienza un nuevo camino y la decisión fue tomada: guiño a la derecha y primera salida hacia la ultraderecha.