Quienes llegan a Salta por primera vez suelen descubrir un ritmo que no se parece a otros. No solo por su arquitectura colonial, sus cerros rojizos o la cadencia amable de sus habitantes. Lo que pasa en esta ciudad del norte argentino es que el tiempo, de alguna manera, parece haberse tomado el lujo de detenerse. Y esa sensación, difícil de explicar con palabras, es la que lleva a tantos viajeros a elegir volver.

Las propuestas para recorrerla exceden la lógica de un itinerario apurado. Cada rincón ofrece un motivo para frenar, observar y conectar con otro tipo de viaje, donde la experiencia se impone por sobre la foto.

Desde las primeras caminatas hasta los sabores más intensos

Una buena forma de empezar a conocer la ciudad es dejarse guiar por sus calles. El centro histórico de Salta, compacto y fácil de recorrer a pie, invita a sumergirse en un recorrido que combina pasado, arte sacro y arquitectura bien conservada. La Plaza 9 de Julio, rodeada por edificios de aire señorial, es un excelente punto de partida. La Catedral Basílica, el Cabildo y el Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM) forman un tridente que merece ser explorado sin apuro. Este último, en particular, conmueve por la historia de los Niños del Llullaillaco, conservados en condiciones únicas luego de haber sido ofrendados en tiempos incaicos.

Avanzando unas pocas cuadras, el mercado San Miguel recibe a locales y visitantes con una sinfonía de aromas y colores. Aquí, las especias del norte y los productos regionales invitan a imaginar recetas que, en otros lugares, no tendrían el mismo sabor. Para quienes buscan explorar la gastronomía en serio, hay una verdad que no falla: la empanada salteña es una institución. Servida caliente, jugosa, en porciones generosas y con ese toque justo de picante, representa mucho más que un plato típico. Es una forma de encuentro.

Aunque muchos turistas llegan en avión, hay una parte cada vez más amplia que opta por viajes en bus, especialmente quienes vienen desde otras provincias o desde países limítrofes. En ese sentido, Fono Bus se posiciona como una opción confiable y confortable, con unidades que ofrecen asientos reclinables, wifi a bordo, climatización adecuada y personal dispuesto a resolver cualquier inquietud.

A pocos minutos del centro, la naturaleza se vuelve protagonista

Si el paisaje urbano de Salta seduce por su armonía, los alrededores de la ciudad tienen una intensidad difícil de igualar. Subir al cerro San Bernardo, ya sea en teleférico o caminando los más de mil escalones, permite tener una primera panorámica de la ciudad y sus límites naturales. La recompensa al llegar es doble: por un lado, la vista; por otro, la serenidad que se respira en la cima.

Muy cerca de allí, el Parque San Martín se extiende como un pulmón verde ideal para tomar un descanso, pasear en bote o simplemente sentarse bajo la sombra de los árboles mientras se escucha a los músicos callejeros que suelen tocar allí por las tardes.

Otro recorrido imperdible es el que lleva a la Quebrada de San Lorenzo, a apenas 12 kilómetros del centro. Este paraje natural, con su vegetación selvática, sus senderos y arroyos, funciona como un escape inmediato para quienes necesitan un poco de aire sin alejarse demasiado.

Para quienes disfrutan de las caminatas guiadas, existen opciones autogestionadas que invitan a conocer la ciudad desde otra perspectiva. Algunos circuitos proponen pasar por barrios menos turísticos pero igual de pintorescos, como el de Tres Cerritos, donde las casas bajas y las calles tranquilas dibujan una Salta más íntima. También se puede descubrir el arte mural, los talleres de artesanos y pequeños cafés que solo abren unas horas por día.

Más allá de la ciudad, rutas que valen cada kilómetro

Aunque Salta capital es una joya por sí misma, la verdadera dimensión del norte argentino aparece cuando se recorren sus rutas. Desde allí se accede a pueblos con tradiciones ancestrales, mercados comunitarios y paisajes que parecen detenidos en el tiempo.

Uno de los circuitos más elegidos es el que lleva a Cafayate, en los Valles Calchaquíes. El camino, por la mítica Ruta 68, atraviesa la Quebrada de las Conchas, donde formaciones como la Garganta del Diablo o el Anfiteatro dejan sin palabras. Este viaje, más allá de lo visual, permite descubrir viñedos en altura que producen vinos únicos, especialmente el Torrontés, que ha encontrado en estas tierras su mejor expresión.

Para quienes buscan una conexión más profunda con las raíces culturales, hay un trayecto menos frecuentado pero muy recomendable: el que se dirige hacia Cachi. En ese recorrido, los paisajes cambian a medida que se asciende, pasando de zonas áridas a montañas tapizadas de cardones. El pueblo, con sus calles empedradas y su aire silencioso, ofrece una pausa perfecta para respirar otros ritmos.

Y si la idea es ver algo realmente distinto, la puna salteña tiene propuestas que se alejan de lo convencional. Lugares como Tolar Grande o el Cono de Arita, con sus paisajes que rozan lo surreal, son perfectos para quienes buscan salirse de lo común. Eso sí, requieren preparación, asesoramiento y tiempo. Pero para quienes se animan, la experiencia es inolvidable.

No hace falta correr, Salta siempre espera

Viajar a Salta no implica necesariamente tachar una lista interminable de actividades. De hecho, muchas veces es al sentarse en una plaza, escuchar una zamba al pasar o conversar con alguien del lugar que se construyen los recuerdos más duraderos. Esta ciudad, como pocas, tiene el talento de acoger sin agobiar.

Lo interesante es que, aun con la creciente oferta turística y la mejora en las infraestructuras, Salta no ha perdido su carácter. Su esencia sigue intacta. Se nota en los pequeños detalles: en cómo se sirve un café, en el saludo de quien pasa caminando o en la forma de relatar una historia que mezcla leyenda y realidad.

No todo está en los mapas ni en los itinerarios más populares. A veces, simplemente se trata de mirar con otros ojos. Quizás ahí resida el encanto más grande de este destino: no hay una sola forma de conocerlo, porque cada visita lo resignifica.

Si estás listo para descubrirlo a tu manera, descargá la APP iOS de Central de Pasajes y comprá tus pasajes online de forma rápida y segura. A veces, el mejor viaje se encuentra a un solo clic de distancia.