Hace algunos años se reveló que los peces del lago San Roque contienen altos niveles de mercurio, lo que implica potenciales riesgos para la salud. Un nuevo estudio conjunto entre la UNC y el Conicet analizó la concentración de elementos químicos en seis especies de la fauna ictícola del embalse Río Tercero y reveló que sucede lo mismo: En la mayoría de los peces se hallaron concentraciones de mercurio y arsénico por encima de los niveles máximos permitidos para el consumo.

La ingesta frecuente de tararira, pejerrey, dientudo, bagre o mojarras provenientes del embalse Río Tercero representa un posible riesgo toxicológico para las personas, especialmente por la marcada presencia de mercurio y arsénico, cuyos niveles estuvieron por encima de la dosis de consumo permitida por día, según estándares internacionales. El pejerrey, al igual que en otros ríos de la provincia, fue la especie que presentó los valores más altos, lo que demostró una alta sensibilidad para acumular metales.

Los principales perjuicios del consumo asiduo de estos peces son los trastornos gastrointestinales, problemas cardíacos, cutáneos y riesgos para las mujeres embarazadas.

El pejerrey: la especie más contaminada con mercurio. 

La investigación se realizó en 3 sitios con distinto grado de actividad humana: Río Grande, un lugar rodeado de cultivos principalmente de soja; Embalse, una zona turística con asentamientos humanos; y un un área cercana al canal de enfriamiento de la central nuclear.

Paola Garnero, investigadora del Instituto de Diversidad y Ecología Animal, indicó que el arsénico puede estar presente en el suelo y desembocar en el agua, pero también advirtió sobre la presencia de una fábrica de cloro que pudo haber sido otra fuente de contaminación, como así también la tira de electrodomésticos, tubos fluorescentes o baterías que liberan el mercurio.

La investigadora explicó que la falta de cloacas puede generar eutroficación pero que los residuos cloacales no liberan metales, sino que la presencia de mercurio y arsénico, entre otros elementos, tiene que ver más con una cuestión industrial o de incendios en la zona.

Por último: “Con esta investigación no pretendemos alarmar a la población o desalentar la ingesta de este nutriente, sino realizar un aporte valioso para advertir sobre la contaminación y desarrollar políticas preventivas y paliativas. Siempre resulta fundamental conocer lo que vamos a comer para cuidar nuestra salud”, señaló Garnero y llamó a no desechar residuos a los ríos y a la necesidad de hacer un seguimiento desde los entes gubernamentales, ya que se trata de contaminantes inorgánicos que no se degradan, lo que imposibilita que sean eliminados de los ecosistemas mediante procesos naturales.