Vivió cuatro años en la calle, deambuló por hospitales, cementerios y centros de jubilados hasta que llegó a un hogar en Escobar. En dicho lugar contó que su sueño era terminar el colegio. Además de su pasión por aprender, hoy enseña con su conmovedora historia de vida.

Con 101 años, Mercedes Fernández decidió iniciar el secundario. Lo hizo con ayuda de Noelia Alegre Pivar, directora del Hogar de ancianas Eva Perón de Escobar.

“Cuando la conocí, hace dos años y medios, era la tercera vez que Mercedes ingresaba al hogar. Siempre se terminaba yendo a la calle. Por eso, quería que esta vez fuera diferente y la pregunté qué quería hacer. Ahí fue que me contó que soñaba con terminar el colegio”, explica Noelia.

La vida de Mercedes no fue nada fácil. Tuvo una infancia feliz con su mamá y su papá. Luego conoció al papá de su hija y la nena murió de pancreatitis a los 4 años. Tras separarse de ese hombre, conoció a Antonio, que fue el gran amor de su vida. Él era diabético y ella se ocupó de cuidarlo. Dejó todo para ocuparse todo el tiempo de él. En enero de 2018, Antonio murió y Mercedes decidió abandonar su casa.

Mercedes estaba desconsolada, no sabía qué hacer sin su compañero y entonces se quedó en el hospital donde lo acompañó por última vez: “En mi casa no podía estar y me empecé a quedar en el hospital Enrique Erill donde él había fallecido. Me sentaba mirando a las escaleras, como esperando a que él apareciera”. Iba al cementerio, comía en un lugar comunitario y se pasaba los días en la calle.

Una trabajadora del Servicio Social del Hospital articuló la red que llegó hasta el hogar de ancianas: “La tercera vez que Mercedes llegó al Hogar ya llevaba cuatro años en la calle y estaba muy frágil de cuerpo y alma. Queríamos cortar el círculo de los reingresos para que no volviera a la calle”, detalla la directora.

Según explica Cristian Rondinella, el diretor del Cens 451 de Escobar: “En julio de este año, tomamos contacto con la directora del Hogar Eva Perón, que nos contó que Mercedes quería terminar el secundario como una meta pendiente. Pensé que iba a quedar ahí, pero al poco tiempo me dijo que quería venir y acá estamos”.

“Con la edad que tiene, Mercedes no cumple las cuatro horas de cursada tres veces por semana como dicta la modalidad, pero viene en la medida de lo posible, los profesores le acercan tarea y ella la hace. “Estamos muy contentos y orgullosos de que con la edad que tiene, querer terminar el secundario es una fuente de inspiración”, cuenta Rondinella.

Más allá de lo que significa estar cumpliendo su sueño, Mercedes remarca que lo más importante es saber que para que pudiera volver a clases, fueron muchas personas las que trabajaron para ello.

Con respecto a la cursada y sus compañeros, indica: “Son chicos de 24, 25 años, muy jóvenes. El más grande es un señor de 40 y después vengo yo. Son todos muy buenos, inclusive me pasan a buscar por el hogar para que no vaya sola”.

Sobre los problemas que encuentra a la hora de aprender, asegura: “Hay materias que son fáciles, pero en matemática a veces con las divisiones dudo, igualmente las profesoras y los chicos me ayudan. Algunos inclusive me quieren dar los resultados. ‘Poné un dos, Mercedes’, me dicen”.

Con respecto a la concreción del sueño, Mercedes admite que espera poder terminar el secundario, pero acepta, al mismo tiempo, que si eso no llega a ser posible, le da orgullo el hecho de haber comenzado. 

“Mi papá siempre me decía ‘tenés que estudiar, que pasan los años’. Ahora le diría que tenía razón. Durante mucho tiempo, ya de grande, pensé que no se podía, pero ahora sé que las segundas oportunidades existen”.

 

Fuente y foto: TN