“Hoy tenemos un 95% de ocupación”, señalaba la amable recepcionista de una famosa cadena de hoteles en Merlo San Luis, en referencia al fenómeno que significó en la zona el avistaje del eclipse solar del 2 de julio.

Trepar desde el pequeño paraje turístico, por el camino que sube hasta el Filo de las sierras grandes, que marca además el límite entre las provincias de Córdoba y San Luis, era como recorrer un tramo del rally mundial unas horas antes de su largada: en cada bolsón o cada hueco al costado del camino, decenas y en algunos casos centenas de autos estacionados.

Desde horas antes del mediodía comenzaron a subir los primeros. Miles de personas a lo largo del camino mirando hacia el cielo, mate en mano, esperando el fenómeno astrológico que más atención generan entre los seres humanos. La montaña estaba repleta.

Y la verdad es que hay una razón. Se trata de un momento único e irrepetible. El eclipse total de sol genera una sensación indescriptible que fue compartida por cada uno de aquellos que posaron sus ojos en el cielo.

Lo mismo pasó en La Población, en Alpa Corral, en La Carlota, en San Juan y también en Chile. Miles de personas mirando asombradas como las sombras se hacían más duras, hasta por fin desaparecer en una penumbra muy distinta en color y tonalidades de las que ofrece el atardecer, con el foco puesto en el sol cubierto, apenas visible por una corona de rayos.

“Los únicos animales que van a tener consecuencias van a ser los humanos, a ningún animal salvaje, de campo o doméstico se le va a ocurrir mirar al cielo”, señalaba el oftalmólogo Martín Corbalán en una nota.

La curiosidad, llevó a muchos a usar los métodos mas extraños para ver el sol, sin contar los clásico anteojos solares, aparecieron las máscaras de soldar, las distintas adaptaciones que se hacían con los vidrios de esas máscaras, las cajas negras, y muchas formas más para poder ver “eso”.

El griterío y la ovación que se dio en toda la montaña, a las 17:44 cuando la luna se posó por completo sobre el sol, marcaron la conmoción de la gente.

Así como los diversos pueblos se vieron conmocionados con la cantidad de turistas que llegaron desde distintas partes del país y regiones limítrofes, cada uno de los que tuvo la oportunidad de ver el fenómeno se llevará consigo esa sensación única de conmoción.

Hoteleros y comerciantes de la zona también conmovidos por sus ingresos se preguntaban si no se podía apurar el próximo. Y no, tendrán que esperar 357 años.