De ser uno de los lugares típicos para visita de los turistas, el Paredón del Dique San Roque perdió convocatoria a partir de la inauguración del puente De la Sota, en el pasado mes de abril. El tránsito por el viejo paredón se redujo a su mínima expresión en la historia de la zona.
Los comerciantes del sector, que venden artículos regionales, pan casero, tortillas, salames, choripanes y otros platos típicos, se han visto perjudicados por el cambio de tendencia y piden alguna respuesta a las autoridades.
Pablo Camba, dueño de uno de los paradores, aseguró que el nuevo puente De la Sota los perjudicó. “Nos perjudicó en un 70 y 80 por ciento en la cantidad de autos que pasa por el sector, el cliente ocasional que teníamos siempre lo perdimos”, dijo y acotó: “De lunes a viernes esto es la muerte. En el parador tenemos 8 familias que depende nde esto. Desdués de que hicieron el puente nunca apareció nadie, nadie se acercó”.
En el lugar hay una docena de comercios que están instalados desde hace décadas a la pesca de turistas que llegan a ver el Paredón de uno de los diques más añosos del país.
“Pensamos en cerrar o ver la posibilidad de sacar personal porque somos muchos, los costos son altos y mantener un negocio así es difícil. Son cerca de 10 comercios en la zona. Todos estamos igual , en la misma situación”, contó Camba.
Los años de trabajo
Algunos piensan en cambiar de rubro, otros en cerrar y buscar suerte en otro lugar. Los dueños de los paradores y comercios del Dique San Roque aseguran que todo cambió desde abril, cuando se inauguró la nueva traza de la Variante Costa Azul que incluye al puente De la Sota como principal atractivo.
“Hace 46 años que estamos en este sector y toda la vida reclamamos que nos cambiaran las luces porque esto era la boca del lobo. Una semana antes de que se inaugurara el puente pusieron las luces LED que funcionaron una sola semana y volvió la oscuridad”, expresó Camba que acotó que se producen muchos hechos delictivos en la zona y que casi siempre las víctimas son los turistas.
Salvador Oviedo, vendedor del sector desde hace 12 años, afirma que la situación empeoró por la crisis y por el puente. “Los días lunes y martes no pasa casi nadie así que ahora vengo sábado y domingo. No puedo levantar esto porque vivo de lo que vendo pero estoy pensando en cambiar de rubro para ver si mejora la situación”, remarcó.
Néstor Renaga vende salames desde hace 13 años. “Antes teníamos gente hasta las 21 horas y ahora no tenemos nada. Puede ser que esto dure hasta que se le pase el entusiasmo por ver el puente nuevo”,dijo.
Néstor dejó de abrir todos los días y sólo llega los fines de semana.
Reportajes de Andrés Ferreyra.