Ibrahim Hamadtou (48), es un jugador de tenis de mesa egipcio al que a los 10 años, tras un accidente de tren, le amputaron los dos miembros superiores. Hoy, la suya, es una de las historias más superadoras e impresionantes de los Juegos Paralímpicos de Tokio.

Sujeta la paleta con su boca y usa su pie derecho para lanzar la pelota y servir. Un mensaje que siempre repite es que “la discapacidad no está en los brazos o las piernas, sino que la discapacidad es no creer en lo que tú quieres hacer”.

“En nuestro pueblo solo había dos deportes a los que poder jugar, tenis de mesa y fútbol. A mí me gustaba más el fútbol pero un día cuando estaba viendo un partido de tenis de mesa con dos amigos, en un momento en el que no estaban de acuerdo, yo intercedí. Fue entonces cuando uno me dijo ”cállate, que tú nunca podrás jugar”. Esa frase se revolvió en mí y fue la que me impulsó a jugar a este deporte”, confesó Hamadtou, en una entrevista que le hicieron años atrás.

En los Juegos Paralímpicos de Río en 2016 terminó undécimo en clase individual y noveno por equipos, pero su presencia ha sido un impulso para las personas con discapacidad y para los atletas de todo el mundo.