Dos de los festivales más importantes del verano de Córdoba llevan este 2023 el sello creativo de Martín Eschoyez, un artista carlospacense con vuelo internacional.

Durante décadas, su padre, Carlos Eschoyez, fue el “hombre del tiempo” en Córdoba, una marca registrada en los medios de la provincia.

Martín aprendió desde muy chico el oficio de transmitir pensamientos y sensaciones a través de dibujos, gráficos y otro tipo de expresiones artísticas. Primero en el papel, luego con la computadora, el más joven de los Eschoyez es uno de los precursores de la animación digital en Córdoba y sus trabajos ya volaron hacia otros puntos del globo.

Por estos días, enormes carteles reparten sus creaciones que en este caso convocan a la feligresía del rock al evento más convocante del país que se concentra en Santa María de Punilla. El Cosquín Rock tiene el sello de Martín Eschoyez que encontró en colores y diseños el punto justo para dibujar lo que significa esa expresión cultural para los argentinos.

Los Eschoyez en pleno, junto al pater familias, el mítico Carlos.

Pero con la primera luna del Festival Nacional del Folklore de Cosquín también comenzó otra muestra del arte de Eschoyez: las figuras que se proyectan en el escenario mayor durante las distintas presentaciones pertenecen a su paleta de imágenes.

-¿Cómo fue la convocatoria para hacer la imagen de Cosquín Rock?

El diseño de Martín en las calles de Córdoba.

– La mayoría de los afiches del Festival de Folklore los ha diseñado un hermano que es Cristian Brossard, diseñador grafico encargado de la imagen y   escenografia. Él es el diseñador de escenografía y yo completo esa escenografía con la animación que aparece atrás. Hay artistas que traen su propio material para pantallas.  La gráfica de Cosquín Rock es mía. Trabajé en conjunto con los diseñadores de Cosquín Rock. Ellos definen una paleta de colores y para dónde iba a ir la estética. El término que lo describe es el hippie chick. Y es toda la estética inspirada en los años 60 y 70 pero llevada a una paleta de colores más actual, más vector como le llaman. Creo que logramos el objetivo.

La obra de Martín en el escenario del Cosquín Folklore.

-¿Cómo fue tu camino hacia lo que sos hoy?

-Mi viejo tenía una impronta de persona seria, pero era muy jodón. Laburar con él y mi hermano en el estudio de publicidad, la productora, era muy lindo. EL intercambio entre mi hermano Carlitos, mi viejo y yo alternaba entre la gilada más bizarra y a veces cuando había puteadas, eran puteadas importantes. Pero a los cinco minutos se terminaba todo.

-¿Qué pensás que es lo que te dejó tu padre? 

-Lo mejor que me dejó mi viejo es que era una buena persona. Nadie es perfectamente bueno ni tremendamente malo. Todo tenemos luces y sombras y creo que la importante es que las vivencias que dejes sean buenas. Era un viejo muy jodón, era muy apasionado de su trabajo. Él podía estar cinco días hablándote de los cumuluslimbus. Mis dos padres me dejan eso. Mi madre que sigue siendo agencia de viajes hasta el día de hoy y lo hace con pasión.

-¿Te acordás de cómo te pico el bicho de hacer diseño?

-Mi abuela Raquel Giagande es un personaje de Carlos Paz y la Raca siempre dice que cuando veía la tele le daba bola a las publicidades. Y dice que decía: “Qué buena publicidad”. Y en esa época mi viejo tenía una agencia de publicidad e hizo un comercial con Georgalos. Iba mucho a verlos a los Georgalos, a los chicos que eran muy amigos míos. Hizo una publicidad que era la Banda Dibujada que la hizo García Ferré. Era la banda Mantecol, personajes tipo Anteojito que venían cantando. Esa publicidad fue muy grosa para mí.

-De ahí tomaste tu pasión…

-Siempre fui amante del Comic y de los Dibujos Animados y hoy tengo 5 mil comics dando vueltas. Empecé a trabajar en la productora de mi hermano que tenía algunas computadoras y era todo muy elemental si lo vemos desde ahora. Un día viene quien después fue mi mentor y me preguntó qué estaba haciendo. Y yo estaba armando un logo para la escuela de Dibujo Publicitario y le dije que estaba boludeando. “¿Querés venir a boludear conmigo?”, me preguntó. Y así fue que empecé con la animación. Tuve la gran suerte de comenzar. El pibe que estaba con él se iba a estudiar Física y mi mentor le decía que se iba a cagar de hambre y hoy trabaja en un laboratorio en España y es físico cuántico. Quedó vacante el espacio para aprender animación en los años 1993 y yo lo tomé. Y hasta aquí no paré nunca.