El padre Mariano Oberlin se hizo mucho más conocido de lo que era cuando recibió el premio al Cordobés del Año que entrega el diario La Voz del Interior tras una votación de sus suscriptores y lectores. Lejos de subirse al “pedestal de la fama”, el cura siguió haciendo lo que lo llevó a hacerse conocido sin hacer mucho barullo y hace pocos días pudo inaugurar un Centro de Acompañamiento para las familias de barrio Müller, un sector de la ciudad de Córdoba donde las vulnerabilidades están a la vuelta de la esquina.

El principal factor de riesgo que encontró el cura en el barrio es la droga y su inserción en las familias con un efector devastador en los jóvenes y niños.

Oberlin habló con Carlos Paz Vivo y sostuvo que hay mucho por hacer y crecer.

-¿De dónde vienen tu voluntad y vocación de trabajar por los chicos del barrio y su problemática con las drogas?

-Tengo mi propia historia personal con mi viejo desaparecido en la época del proceso, mi padre estaba muy comprometido socialmente y eso, de alguna manera, te va marcando un muro de contención del cual no te podés salir. Acá en la parroquia había una trayectoria de trabajo social fuerte y cuando llegué aquí le quise poner un poco más de impulso a los talleres de oficios y por otro lado, fuimos descubriendo el tema del consumo como un hecho realmente grave. Teníamos muchos suicidios y los primeros tres responsos que me tocó hacer fue a tres chicos: dos que se habían suicidado y a una nenita que la habían ahorcado por una cuestión aparentemente vinculada al narcotráfico. El panorama era desesperante y nos dijimos que algo había que hacer. Tratamos de buscar alguna respuesta, de a poco se fue dando todo y nos fuimos vinculando con todos los actores posibles, con los centros vecinales como con las entidades públicas, el Estado provincial, el nacional. A veces no tuvimos respuesta, a veces sí. No fue un momento en el que surgió una idea, sino que fue ir encontrando una respuesta y se crearon cosas nuevas de acuerdo a las necesidades.

-Hay quienes dicen que hay una generación perdida y que hay que preocuparse por los que vienen…

-Es cierto que es mucho más difícil trabajar con los que ya han caído y más con los que hace mucho tiempo que consumen. Pero son seres humanos a los que hay que ayudar y cuando se les da una oportunidad, una, dos, cinco, diez, van intentando hacer un camino nuevo, a veces más sustentable, a veces menos, pero vale la pena. Vemos cosas preciosas que pasan todos los días. El edificio que terminamos lo terminaron en un 30 por ciento los mismos chicos que están haciendo el proceso de rehabilitación, que han estado 20 años consumiendo en la calle. Después también se cae en eso de qué está primero, el huevo o la gallina. Porque vos decís que es mejor tomar al más chico, pero este chico tiene familia y un montón de otras cuestiones. Entonces, cuando tenés un pibe de 20 años que ha sido papá, que viene de una historia grave de consumo, si el hijo ve esa historia, tiene como alguna probabilidad de que la puede llegar a imitar. Ahora, si el hijo ve que su papá se preocupa por salir adelante y que aunque su papá no logre terminar de salir ha tenido un día lindo cuando ha estado sobrio, ya le marca una historia al hijo. Si el hijo lo ha visto mal a su papá y también lo ha visto bien, lo más probable es que quiera elegir estar bien.

 

-También hay sectores que critican la asistencia a los sectores más vulnerables de la sociedad ¿qué pensas de eso?

-En cuanto a los más humildes, habría que ver en primer lugar cuál es la ayuda real que cada uno recibe. Porque hay sectores que han recibido históricamente subsidios a la electricidad y que han consumido muchísima porque tienen grandes casas, con muchas luminarias y tienen todo el derecho del mundo a tenerlas. Y son subsidios también y a veces mucho más significativos. Cuánto cuesta una carrera universitaria en Estados Unidos, en el mismo Chile. Y por lo general, los pibes de nuestro barrio no son los habitués más cotidianos de las universidades y sin embargo sí la sostienen porque si se compran una Coca-Cola, están pagando los impuestos para que esa universidad se pueda sostener. Que la universidad pública sea gratuita para quien estudia no significa que sea gratuita en su sostenimiento. Si a mí el Estado me puede bancar una carrera, cómo no le va a bancar el pan al que está pasando hambre.

-¿Cómo haces para no comerte el personaje de cura famoso?

-Capaz que alguno diga que me comí el personaje y la verdad es que de afuera no me puedo ver. Ahora, soy absolutamente consciente de todas las limitaciones que tengo a título personal, que tiene la institución que estamos tratando de sostener. Yo puedo decir que hay algunas cosas que nos salen bien pero tenemos 10 millones de fracasos atrás. Quizás el único mérito que tenemos es que seguimos y que lo hacemos a pesar de los fracasos. Si vos me decís que me eligieron Cordobés del Año porque salí primero una maratón, que es una carrera que se corre en solitario, capaz que me la pueda creer. Pero lo que yo hago es un puntito, acá hay un montón de gente que labura, que la pelea cotidianamente en la institución, y sería un crápula si pensara que soy yo el que puede hacer todo esto. No sé porque me han elegido como la cara visible.

-Hace poco se inauguró un nuevo Centro de Acompañamiento en el barrio ¿De qué se trata?

-Es un centro de contención y acompañamiento, pensado especialmente para jóvenes y la idea es que sea integral. Hay una oficinita donde está la recepción donde la gente puede consultar sobre los talleres de oficios y por problemas graves de consumo de droga. Allí funciona un Dispositivo de Atajo que es de la Procuraduría General de la Nación, y hay gente de la Justicia Provincial con asesoramiento. Después tenemos el consultorio médico, al que viene a atender el viceintendente Daniel Passerini, y atienden a los chicos con distintas problemáticas de salud y a la gente del barrio. Además, tenemos un estudio de grabación que puede ser una radio en el futuro. Después tenemos un gimnasio, consultorios psicológicos, un salón multiuso, una cocina vinculada al salón. Y dos aulas grandes en donde se dan las partes teóricas de los talleres y vamos a empezar con las carreras que nos ofrece la Universidad Siglo 21. Y en la terraza hay un pequeño quincho y una micro-canchita de fútbol, para la recreación

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