La fotógrafa Adriana Fossa es alguien que sabe de reinventarse, de sortear los obstáculos y salir adelante con su oficio. Hace muchos años dejó atrás su primera profesión, la de periodista, para dedicarse a la fotografía. Lo primero fue el fotoperiodismo, en donde conjugaba sus dos pasiones, su vocación de informaron con la de retratar el momento, la historia.

Pero poco a poco fue soltando, no del todo, lo noticioso y lo instantáneo para volcarse de lleno a los retratos, a la foto familiar.

El entorno del paisaje que rodea a su casa en San Antonio de Arredondo, aquel que defendió como una leona con sus dos hijas en medio de un feroz incendio forestal que llegó hasta su patio, es el lugar elegido para que las mamás y papás lleven a sus hijos para que Adriana les haga un retrato desde una perspectiva única y en el que se entremezclan la espontaneidad natural de los chicos con la imaginación de su arte.

 


Ella dijo

Adriana Fossa.

“Si bien el fotoperiodismo es lo que amo, encontré en mi interior a través de la cuarentena, de la introspectiva que hice, la cantidad de cursos que hubo oportunidad de hacer a nivel nacional e internacional, cuenta Adriana Fossa en diálogo con Carlos Paz Vivo. Y agrega: “Compré varios cursos, participé en otros vía Zoom hasta que llegué a hacer un presencial en Tanti la semana pasada con Cintia Anselmo y descubrí que son los retratos de los niños lo que me gusta”.

Adriana dice que también retrata embarazadas, cubre cumpleaños de 15, bebés; se especializó en lo que ella llama “el niño mágico”. “Estudié y me especialicé un montón en el niño es mágico. Hablás de hadas, duendes, de volar, de dragones”, afirma

Y apunta que el otoño ofrece colores y texturas únicas. ““Es una época muy bonita, estamos en otoño, tenemos lugares hermosos en Córdoba. La caída del sol es tibia, porque en verano es fuerte, en invierno es blanca la luz y en esta estación es dorada”.

En cuanto a los lugares, las locaciones, asegura: “Uso mucho Las Jarillas, donde están todos los Platanos, los chicos pisan hojas y corren. Yo les llevo cosas y viven una fantasía, no es una sesión de fotos, van a jugar. Es toda una historia, una vivencia que con los chicos es ideal. Son niños que vienen desde el año hasta los ocho años, es la edad de la fantasía”.

La galería mágica