Un hombre solitario se disponía a darse el gusto de usar su Longboard en una Costanera desierta, a las 18.50 de este domingo. Un móvil de Seguridad VCP se acercó y una voz desde adentro del vehículo le hizo saber al señor que ya no estaba permitido circular por el lugar para hacer actividades deportivas. Con un gesto de tristeza, el muchacho volvió hacia el auto y dejó para otro día su divertimento.

Solo un rato antes el lugar era un hervidero de gente. Muchos con barbijos, otros muchos sin nada que cubra sus bocas. Muchos tomaban mate en rondas de hasta 10 personas, y otros muchos cuidaban a los niños que saltaban entre los juegos ubicados en un espacio verde del lugar. Casi nada de eso está permitido pero todo se hace en la Costanera, casi siempre los domingos y las contradicciones de los protocolos parecen cada vez más notorias cuando el almanaque sigue avanzando y la cuarentena flexible también. Y los casos de Covid-19, el causante de “todo esto”, suben en picada en la Provincia.

Hasta la semana pasada, los miembros del COE analizaban dar marcha atrás en las flexibilizaciones si “la curva” sigue subiendo. Y por estos días nada hace presagiar que eso no suceda.

A las 17.30, los autos hacían cola como en plena temporada alta para circular por la avenida Illia y es casi impensado sostener que se trataba sólo de vecinos de la ciudad y ni siquiera del departamento.

La advertencia del COE Punilla de esta semana no se escuchó. Quizás las formas de esbozarla no fueron las más útiles para estos casos sobre todo cuando no se tiene toda la información de los “aislados en hoteles de departamento”, la disposición de camas que existe en los centros Covid-19 de Punilla y tampoco se conoce cuántos pacientes permanecen internados en los hospitales Domingo Funes y Santa María con el virus en el cuerpo.