Estamos en la era de lo efímero, del Me Gusta de Facebook, tan superfluo como fugaz. El otro es una foto en un perfil y casi siempre figura sonriente junto a su nuevo auto, la reforma de su casa, el viaje afuera, y hasta un plato de comida bien preparado.

Hace unos días, Carlos Paz Vivo y otros medios publicaron una nota sobre la situación de vulnerabilidad en que vive una madre con sus hijos en la periferia de la ciudad. Hubo muestras de solidaridad instantánea y en este caso las redes sirvieron para activarlas y que esa lejanía que se plantea desde el sillón de la compu para comentar todo lo que se nos ocurra, pasó a la acción concreta. La discusión de si esa ayuda está bien o esta mal, si debe articularse así o de otra manera, es para otro tipo de análisis quizás más profundo pero también necesario.

Lo que interesa poner en evidencia es esa apatía del Estado que reacciona después de que los temas toman estado público. E incluso, lo hace con críticas hacia quienes pusieron bajo la mirada de todos esta situación de pobreza extrema y total abandono en que viven muchas familias de la ciudad.

Los niveles de pobreza de Carlos Paz no están claros ni figuran en las estadísticas públicas. Sin embargo, no hace falta irse muy lejos para ver cómo, a la par de las marquesinas y luces LED de las grandes avenidas, la pobreza y marginalidad brotan como flores en primavera.

Mirar el todo

Hace unos días un amigo que no vive en la ciudad me hizo ver la cantidad de hechos delictivos que se difunden en los medios de Carlos Paz y también cómo eso solo es un indicador desde el que puede verse la marca de la pobreza.

Y Carlos Paz es todo eso: el brillo, las cámaras de la TV del país apuntando al artista de moda, y también es gente sin trabajo que llega para cumplir un sueño y se queda empantanada en la realidad de lo “temporario”.

Es importante que miremos el todo para no quedarnos sólo en el “Me Gusta” de Facebook o en el comentario en la red.