Chio fue el único sobreviviente del siniestro vial que le costó la vida a Gilda, la máxima exponente de la cumbia en Argentina. En el accidente murieron tambien su hermana mayor, Mariel, su abuela Isabel Scioli, tres músicos y el chofer del micro en el que se trasladaban por la ruta 12 , el 7 de setiembre de 1996.

Con 34 años, asegura que le costó mucho tiempo entender lo que sucedió. Tenía 8 años cuando ocurrió el accidente que terminó con la vida de su familia.

 

Hace poco lanzó su carrera en la música con el nombre artístico de Chio. En una entrevista que concedió a TN aseguró que recuerda a su madre como a una persona graciosa, ocurrente, inteligente y que en su memoria la ve cantando y cocinano.

“(Era) Muy madre, muy graciosa y ocurrente, inteligente, cocinando, cantando… Era una mujer sencilla, que en casa estaba en calzas y pulóver. Me dio mucho amor y me hacía reír mucho. Éramos muy compañeros, además de ser mamá era muy compinche con nosotros. Había mucha risa en casa.

A su vez, asegura que recuerda a Mariel, su hermana mayor, todo los días de su vida: “Era mayor que yo entonces era muy compañera para mi, me ayudaba a hacer la tarea del colegio, era muy inteligente, me acuerdo sus abrazos y miradas. A pesar del dolor y la nostalgia que me genera recordarla, siempre la tengo presente con mucho amor”.

-¿En qué cosas te identificas con tu mamá?

-Me dicen que soy bastante parecido por mi sinceridad y los gestos que hago. Pero lo que más valoro fue lo que me dejó a nivel enseñanza, de vivir y hacer lo que quiera sin estar esperando la aprobación de otra persona. De despojarme del juicio ajeno. Te da mucho valor y trae el amor propio, que si lo desarrollas no tiene límites. Estas totalmente liberado volando hacia donde queres.

Sobre su carrera en la música, sostuvo que estaba haciendo temas y los guardaba para sus hijas y de repente se dio cuenta que la pandemia le dio el empujón que necesitaba. “Venía haciendo temas sólo por las ganas de hacerlo para mí y pensaba en hacer un disco para guardármelo o dejárselo para mis hijas, pero en la pandemia me di cuenta que no hay tiempo para hacer cosas. Vi la muerte de un día para el otro y sabía que la vida era hoy… Mañana no lo sabemos. La pandemia me dio el empujón de no quedarme con las ganas de hacer las cosas y ser libre. Como también, mi mujer, Brenda y mis hijas, Delfina, de 9 años, y Lucía, de 5. Ellas son el motor de mi vida, siempre me apoyaron y yo siempre las soñé. Deseaba tener mi familia y, hoy en día, las veo y las contemplo y es un amor inmenso el que tengo por ellas. Me dieron mucha fortaleza, cambié mucho siendo padre. Me ayudaron muchísimo a poder ser libre”.