Federico Bal asegura que apenas se enteró que iba a encarnar a Lola en el musical Kinky Boots en el teatro Luxor de Villa Carlos Paz se calzó unos tacos de su novia y se puso a caminar de aquí para allá en su casa.

Es el heredero de una dinastía de artistas que nace con su bisabuelo, Guillermo Barbieri, guitarrista y letrista de Carlos Gardel que murió junto al Zorzal Criollo en un accidente aéreo en Medellín (Colombia), en 1935. Su abuelo, Alfonso Barbieri, fue un artista todoterreno en el teatro y la revista porteñal. Ya su madre, Carmen Barbieri y su padre Santiago Bal, son más conocidos por las nuevas generaciones tras una larga trayectoria en las tablas, la televisión y el cine nacional.

En una entrevista con Carlos Paz Vivo, Federico Bal se animó a decir que las luces de sus ancestros fueron una mochila de plomo hasta no hace mucho tiempo.

En Carlos Paz, asegura que está en el mejor momento de su carrera y que el personaje de Lola, central en Kinky Boots, es un aporte para terminar con los prejuicios y el machismo.

-¿Cómo surge la propuesta para venir a Carlos Paz con este musical?

-Esto nace a principios de noviembre cuando me llamó Ricky Paskush, el director, y me pregunta qué iba a hacer en el verano. Yo le contesté que iba a ser Lola en Kinky Boots porque me había enterado de que comenzaban un cásting para traer la obra a Carlos Paz. con Flavio Mendoza. Me hice el boludo porque tengo buena relación con Ricky ya que compartimos otro proyecto audiovisual. Me dice que la propuesta es en serio e inmediatamente me empezó a correr una adrenalina impresionante, me puse los tacos de mi novia y empecé a caminar por la casa.

-¿Cómo ves la reacción de la gente? 

-Yo me dije que si yo me lo creía, a la gente le iba a gustar. Tengo la oportunidad que tal vez muchos actores buscan tener en toda su vida porque acá puedo hacer de todo. Puedo hacer de Drac, de Simón, puedo hacer reír, emocionar. Porque Lola tiene una vida muy dura de mucha persecusión. Entonces, hay algo que tiene la obra y es que la gente se va  emocionada, cantando los temas, bailando.

-¿Cómo fue que te amigaste con tus ancestros y ese legado tan fuerte que te dejaron?

-Fue una mochila de ladrillo que durante mucho tiempo llevé en mi vida. Ya me la saqué hace un tiempo, pero no mucho tiempo. A la vez me di cuenta de que era algo muy bello. Es fuerte ser el hijo de Carmen y el hijo de Santiago, el nieto de Alfredo y el bisnieto de Guillermo Barbieri: un chabón que escribió más de 50 tangos que hoy son furor en el nivel mundial y le escribían la letra Gardel. Estamos hablando de que si yo tengo que estar a la altura de esa gente, no podría empezar a ponerme unas botas y intentar trabajar en un escenario. Pero ahora se supone que la gente viene a verme a mí y no a todos mis ancestros. Desde ese lugar intento construir y entender que siempre puedo darle algo distinto a la gente, eso es un agradecimiento a esta profesión y a los productores que siempre confían en mí. De golpe puedo hacer Masterchef, puedo bailar en la tele y de golpe puedo hacer mi programa Resto del Mundo como conductor. Y de golpe puedo subir y ponerme peluca, maquillado y la gente aplaude y viene al teatro. Eso es realmente mágico. Cuando querés dedicarte a esto y hacer una carrera en serio y ves que se te abren estas puertas, yo no puedo estar más feliz ni más agradecido.

-En la obra se plantea cómo la sociedad afronta el transformismo, y la homosexualidad. ¿Crees que es una contribución hacia una comprensión más humana?

Había mucha persecusión, veníamos de la época de los militares. Pero creo que mostramos muy libres pero somos muy homofóbicos como sociedad. No hablo sobre como soy yo porque no lo soy. En mi caso, viví en una casa muy libre donde mis viejos me mostraron lo que es ser homosexual con sus amigos, con sus compañeros. Pude ver lo que son las parejas del mismo sexo con dos mujeres, dos hombres, transexuales, travestis. He vivido en un teatro de revistas y no es tan promiscuo como la gente piensa. Era una familia de teatro donde de golpe viene una pareja de chicos gays, viene un transexual, el vestuarista es un travesti y ¿cuál es? Me crié ahí y creo que eso me da todas las herramientas que sentía que no tenía, pero después que me subí unos tacos y fluye. Y creo que es el haber crecido en una casa así, donde me dijeron que el rosa es solo un color y no es un color para las nenas o un color para no sé determinada gente no solo un color y hay un lado femenino que tenemos todos, eh? Y acá lo estoy despertando como nunca y me deja y me permite jugar me permite, por ejemplo las uñas las voy a adoptar no quiero hacer las uñas sabes quién divinas las cejas también las tengo perfiladas trabajadas.

-¿Crees que la obra deja un mensaje para la gente?

-Claro, creo que el teatro tiene que ser eso, tiene que ser la vía para poder hablar de temas que necesitamos hablar como sociedad. Porque en la tele nos mostramos con las marchas del orgullo gay y todo pero seguimos haciendo cosas feas como gritarle puto a un jugador rival en un partido de fútbol. Estoy casi convencido y de hecho me lo dice la gente en la calle, aquí en Córdoba, que esta obra se está aprovechando porque te deja ganas de hblar en casa, con tu familia, con tus amigos y eso me parece un aporte hermoso. Además, que suceda en Carlos Paz es un broche de oro.